En su capacidad de
hacer daño a los demás, la diferencia entre un hijoputa y un tontolnabo es
nula. La diferencia entre
uno y otro estriba en que mientras el primero, con su acción dañina siempre obtiene algún beneficio, el segundo no gana nada por mucho mal que esparza y hasta, en ocasiones, puede que obtenga algún perjuicio.
Lo explica muy bien Carlo Maria Cipolla en “Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana”, aunque utiliza una terminología menos castiza para denominarlos (malvado y estúpido, respectivamente). Cipolla también nos deja claro que la proporción de estúpidos en cualquier colectivo humano es una constante universal. Por otra parte, el autor insiste en que la perfección del malvado crece en la misma medida que la ganancia que obtiene para sí supera el daño que causa a los demás. El malvado perfecto sería lo suficientemente inteligente para obtener grandes ganancias con escaso o nulo daño ajeno.
En ocasiones es muy difícil diferenciar a
un sujeto estúpido de uno malvado pues todo depende de si con el daño que infiere alcanza o no algún tipo de ganancia. Lo importante para
determinar si un sujeto es malvado o estúpido es entender que lo que se
considere ganancia o pérdida siempre se ha de ser enjuiciado desde el sistema de
valores de dicho sujeto y no desde el sistema de valores de quien recibe el
daño de su acción.
La potencial dañino del estúpido depende básicamente de dos
factores. En primer lugar, de la genética. Algunos individuos heredan el gen de
la estupidez y lo expresan fenotípicamente con una penetrancia tal que les sitúa en la mismísima aristocracia de los estúpidos. El segundo factor
que determina la capacidad dañina del estúpido procede de la posición de poder o de
autoridad que ocupa en la sociedad.
Entre los burócratas y políticos podemos encontrar refinados estúpidos cuya capacidad de hacer daño al prójimo se potencia por la posición de poder que ocupan. Algunos nos regalan declaraciones dañinas sin que la ganancia para ellos sea tan evidente. Emerge así la duda razonable de si dicho comportamiento es fruto de la estulticia o de la maldad. Todos recordamos las declaraciones de hace cuatro años sobre los empleados públicos de Antonio Beteta, Secretario de Estado de Administraciones Públicas.
Entre los burócratas y políticos podemos encontrar refinados estúpidos cuya capacidad de hacer daño al prójimo se potencia por la posición de poder que ocupan. Algunos nos regalan declaraciones dañinas sin que la ganancia para ellos sea tan evidente. Emerge así la duda razonable de si dicho comportamiento es fruto de la estulticia o de la maldad. Todos recordamos las declaraciones de hace cuatro años sobre los empleados públicos de Antonio Beteta, Secretario de Estado de Administraciones Públicas.
¿Qué ganó Beteta diciendo lo que dijo? ¿Nada? Pues entonces fue estúpido con su dañina declaración. Pero quizá sí ganara algo.
Por entonces, los empleados públicos fuimos la diana de las actuaciones del
Gobierno: rebaja salarial, recortes en días de permiso, aumento de la jornada
laboral, despidos de interinos, no reposición de vacantes, jubilaciones forzosas, etc. Quizá había que
justificar todo aquello de cara a la opinión pública con lo del
cafelito y el periódico. Si así fuere, entonces el comportamiento de Beteta habría que calificarlo de malvado.
Otro
regalo reciente ha sido el de su jefe, Cristobal Montoro, Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, hace
pocos días (aquí
y aquí). Montoro atribuyó al gasto en fármacos contra la hepatitis C parte de la desviación del déficit de 2015 (4,2% del PIB el pactado con Bruselas, 5,16% el real). Cuando el déficit ha sido de más de 56.000 millones de
euros y el gasto público de 466.000 millones de euros, la mera mención por
Montoro de los 1.094 millones gastados en estos fármacos en la presentación
que utilizó en su comparecencia para explicar la desviación al alza del déficit es una estupidez (si
no obtiene ningún beneficio con ello) o una maldad (si lo obtiene). Especialmente, si
tenemos en cuenta que apenas hace un año Alfonso
Alonso, Ministro de Sanidad, presumía sobre el plan de financiación de dichos
fármacos y afirmaba en este video que el gasto no iba a computar como déficit a
efectos de la Ley de Estabilidad Presupuestaria.
¿Qué ganó Beteta con señalar a los empleados públicos? ¿Qué
gana ahora Montoro con señalar a los enfermos de hepatitis C? ¿Malvados o estúpidos? En todo caso, su principal déficit es de
moral y de
vergüenza.
Primera diapositiva de la presentación que utilizó Montoro para explicar la desviación del déficit público el 31 de marzo pasado donde aparecen los 1094 millones de euros atribuidos al coste del tratamiento de la hepatitis C
Para más
información:
Beteta a los funcionarios: 'Tienen que olvidarse del cafelito y de leer
el periódico'
El déficit
rompe las peores previsiones y cierra 2015 en el 5%
Montoro no asume responsabilidad: el déficit es por las CCAA, la
Hepatitis C... una prisión y un tranvía en Aragón
Montoro
atribuye la desviación del déficit a la hepatitis C y a las CCAA
La
hepatitis C protagoniza la desviación de déficit
Presentación de Hacienda sobre el
déficit
Los enfermos de hepatitis C responden a
Montoro: "¿Se puede tener menos vergüenza?"
Afectados de hepatitis C de Andalucía
acusan a Montoro de "déficit moral"
el déficit ha sido del 5,16% del PIB, pero la desviación sobre el objetivo previsto ha sido del 1% de PIB, lo que equivale creo haber leido a 10.000 millones....de los que a su vez los 1.100 millones de la hepatitis C supondrían un 10%. Es decir, lo suficiente para apuntarlo entre las causas (probablemnte menores) de la desviación : lo diga Montoro o su porquero.
ResponderEliminarLa pregunta en mi opinión es ¿cuánto se ha gastado Italia, pais que no ha necesitado ser "rescatado" por la UE y que tiene mayor prevalencia de Hepatitis C? No lo sabemos, pero lo que si consta es que las ventas de Sovaldi en España han representado un % importante del mercado europeo
Esta manera de ver el asunto es desde la óptica interesada de Montoro y fomenta continuar con la politización del asunto. La hepatitis por el virus C (serología) se puede diagnosticar desde hace ya más de 25 años. Desde hace muchos años se lleva tratando la hepatitis crónica por este virus en la mayoría de los hospitales españoles. Desde hace millones de años las hepatitis agudas son EDO. Quiero decir con ello, que no es una catástrofe natural (tipo terremoto) o por error humano (tipo Chernóbil) que viene cuando viene sin avisar y que puede provocar que un Gobierno central o autonómico tenga que sacar pasta, mucha pasta, de donde sea para atender a la población y estructuras afectadas. Es decir, el gasto en el tratamiento de una enfermedad crónica, en un país europeo civilizado y desarrollado como el nuestro, no puede ser considerado un gasto imprevisto. ¿Por qué? Pues porque hay una caterva de cargos, carguillos y carguetes que cobran un salario para prever todo esto y mucho más. Otra cosa es que el asunto se hay politizado por unos y por otros. Y cuando algo como esto se politiza desde todos los frentes pues acaba como el rosario de aurora, como está ocurriendo. ¿Por qué no se considera un gasto imprevisto el derivado de los trasplantes? Pues porque en un país desarrollado el gasto en trasplantes no puede ser un imprevisto. Del mismo modo, el gasto en el tratamiento de una enfermedad crónica tampoco lo puede ser. Aceptar que sí conduce a esto.
EliminarEl punto de vista del contable Montoro es legítimo. Lo que no es de recibo es echarle la culpa a los cargos que no previeron este gasto extraordinario y dónde recortar en gastos ordinarios, pues tal función es de politicos y a este respecto hubo unanimidad en el dispendio a lo rumboso (45.000 pacientes a 25.000 € por barba) y con cargo a deuda financiada por otros paises de la UE menos generosos con su población , y todo para una enfermedad que ya tenía tratamiento a un coste 20 veces menor.
EliminarInsisto en que el asunto se politizó desde un primer momento. El Gobierno no desaprovecho que 2015 era año electoral para intentar ganar votos con un plan de financiación en el que el Gobierno central tomaba la iniciativa (no hay más que ver el tono de Alfonso Alonso en el video, por cierto) ante la imprevisión reinante (de la que también era responsable). La oposición no desaprovechó la ocasión tampoco para pedir todo y más. No estoy de acuerdo en que esto sea una cuestión únicamente de políticos sino de técnicos. Salvo que hablemos de política con mayúscula. El gasto es extraordinario por ingente no porque tengamos que asumir que era imprevisible. Y los cargos técnicos están para eso. Para hacer previsiones. Desde esta óptica, me gustan las reflexiones que YA HACE UN AÑO (es posible ser previsor, por tanto) hacía Javier Padilla:
Eliminarhttp://medicocritico.blogspot.com.es/2015/02/el-tratamiento-sintomatico-de-la.html
Y hablando de politización, anoche mismo, el Presidente en funciones Sr. Rajoy, entrevistado por Jordi Évole, sacó pecho gracias al asunto: “España fue el primer país que lo introdujo en la sanidad pública” (minuto 53)
http://www.atresplayer.com/television/programas/salvados/temporada-11/capitulo-17-mariano-rajoy-una-hora-moncloa_2016040100475.html
No estamos ante una epidemia. Por ello creo que no es bueno admitir que el tratamiento de una enfermedad crónica es una especie de catástrofe natural que viene cuando viene, en plan explosivo, como si de un terremoto se tratara. Hay gente que gana su sueldo para prever esto. Y la inclusión o no en la financiación es cosa de los políticos, claro, pero sin dar pie a la politización. El Consejo Interterritorial era el sitio indicado para discutir esto con muchísima prudencia y no ante las cámaras con declaraciones y contradeclaraciones. Salvo que uno piense que puede ganar algo con esa politización en un año electoral. Si se deja todo esto en manos de políticos de poca monta acaba pasando lo que ha pasado.
Y ¡ojo! no nos descuidemos… porque quizá una parte de estos 1000 millones acabemos pagándola de nuevo los empleaditos públicos con un recorte sacado de la manga durante este año o el que viene… pero antes saldrá el Beteta de turno a recordarle a todo el mundo lo del cafelito y el periódico.
Hoy publican que el precio actual de la nueva terapia ha bajado a 13.000€, inferior al coste medio de 25-30.000 € facturado en 2015 y muy inferior al aplicado en la primera casuistica por Gilead. Y este descenso ya sabíamos que se iba a producir hace 1 año, razón por la cual paises con mayor prevalencia de HVC como Italia, optaron por no hacer caso a los lobistas y "esperar"
ResponderEliminarhttp://blogs.elconfidencial.com/espana/tribuna/2016-04-06/hepatitis-c-deficit-publico-y-transparencia-la-necesidad-del-modelo-ciudadanos_1179216/
ResponderEliminarSobre gasto 2015 en hepatitis C por CCAA, donde destaca el bajo nivel de gasto del Pais Vasco, única Comunidad autónoma que ha restringido el acceso en 2015, y que ahora podrá beneficiarse del descenso de precio registrado en 2016
http://www.airef.es/es/contenidos/informes/553-la-airef-afirma-que-se-acentua-el-riesgo-de-incumplimiento-del-objetivo-de-estabilidad-presupuestaria-en-2016
Sobre previsiones de gasto en hepatitis C para 2016 : La AIREF las estima en 725 millones €