El sistema sanitario
español en su conjunto y más específicamente la Atención Primaria y Comunitaria
(APyC) padecen un déficit de financiación “crónica”, acentuado a partir de la
última crisis en la que, por cierto, y como muestran los datos aportados entre
otros por J. Simó, el gasto en atención hospitalaria ha seguido creciendo
mientras disminuía el correspondiente a la APyC con lo que se ha seguido
incrementando el diferencial evolutivo entre ambos niveles.
El Marco Estratégico
para la Atención Primaria y Comunitaria impulsado por el Ministerio de Sanidad,
Consumo y Bienestar Social considera este aspecto en la introducción, pero lo
olvida en sus conclusiones y en la propuesta de acción correspondiente --la
B.1.1-- simplemente afirma que, a medio plazo, debe incrementarse de forma
progresiva el presupuesto para la APyC. En el documento no se concreta ninguna
cifra ni porcentaje para ello, lo que nos parece prudente debido al elevado
riesgo de imprecisión, bien por exceso o por defecto. Pero sí se echa en falta
alguna orientación, como la que suscriben muchos grupos y expertos que
reivindican una distribución presupuestaria más equilibrada, lo que comportaría
esforzarse por dedicar alrededor de una quinta parte de la misma a la APyC, en términos
de media estatal, durante el próximo bienio. Y sobre todo introducir en el
documento algunas consideraciones sobre el cambio de orientación y perspectiva
que necesita nuestro sistema sanitario. Porque sin una estrategia adecuada
dedicar más recursos no garantiza mejores resultados.
Los sistemas
sanitarios de los países desarrollados muestran importantes problemas de
ineficiencia y uso inadecuado de sus recursos y la APyC no puede considerarse
ajena a este hecho, estrechamente relacionado con los problemas de
sobrediagnóstico, sobretratamiento e iatrogenia evitable que padecen los
sistemas excesivamente centrados en la atención individual a la enfermedad, el
hospital y la tecnología. El Marco Estratégico menciona de pasada la necesidad
de reorientar las actividades de la APyC eliminando aquellas sin efectividad
demostrada y de baja relación coste-oportunidad pero evita afirmar que esta
estrategia debe aplicarse también a fondo en el conjunto del sistema y muy
especialmente en el ámbito hospitalario. Las propuestas de la estrategia de NO
HACER nacieron en la APyC pero no podrán implementarse sin que sean asumidas y
operativizadas en los hospitales y otros centros de internamiento de media y
larga estancia. El documento del Marco Estratégico parece abonarse a la opinión
de los que piensan que deben invertirse más recursos en sanidad sin antes
delimitar con precisión los destinos finales de los mismos y priorizarlos de
acuerdo con criterios de necesidad, oportunidad, efectividad y eficiencia.
También parece asumir que los posibles nuevos recursos deben destinarse
prácticamente de forma exclusiva a las actividades clínicas actuales olvidando
la vertiente comunitaria, lo que se evidencia por la ausencia de mención alguna
a la necesidad de asignar recursos específicos para el desarrollo de este grupo
de actuaciones en el bloque de propuestas correspondiente del documento.
Dedicar más recursos al ámbito comunitario implica una definición previa clara
de lo que es y no es salud y actividad comunitaria, entre otras cosas para
evitar caer en planteamientos más o menos exóticos de la atención comunitaria
que podrían contribuir a la ineficiencia del sistema.
Efectivamente, la
APyC necesita más recursos pero no solo o principalmente para seguir haciendo
más de lo mismo que ahora sino para introducir cambios esenciales en el marco
laboral de los profesionales facilitando la conciliación, potenciando su
autonomía y disponibilidad de tiempo para desarrollar todas sus competencias y
no solamente la actividad en las consultas, para promover su participación en
programas de formación, docencia e investigación y para desarrollar una carrera
profesional atractiva y por tanto motivadora, entre otros aspectos. Los nuevos
recursos deberían servir también para generar incentivos para las actuaciones
correctas de los profesionales (penalizando las inadecuadas) en un contexto de
asunción de responsabilidades en la gestión y en la rendición de cuentas. No basta con reclamar genéricamente más recursos, es
preciso especificar con claridad los ámbitos en los que se van a aplicar y
delimitar en el tiempo su traslado a la práctica cotidiana de los centros y
equipos y negociar con los afectados todas y cada una de las propuestas;
solamente de esta forma se conseguirá que los profesionales las consideren
creíbles. El Marco Estratégico se queda en las generalidades, no entra en las
necesarias especificaciones acerca de los destinos prioritarios de los nuevos
recursos y con ello desaprovecha una oportunidad de oro para potenciar su
aceptación como instrumento útil para abordar los graves problemas que padece
hoy nuestra APyC.
A. Martín Zurro y A. Segura Benedicto
Febrero 2020
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