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sábado, 13 de febrero de 2021

La cúpula zafia: "el epidemiólogo es un médico de cabecera que ha hecho un cursillo, ¡eh!"


La fiesta de El Español celebrada el 26 de octubre, en pleno segundo estado de alarma, causó indignación en las redes (aquí, aquí y aquí). La gala fue noticia el mismo día en el propio periódico (aquí) acompañada de un vídeo de la misma (aquí). Ante la indignación general, El Español publicó al día siguiente un comunicado en que señalaba que el acto se ajustó a la normativa vigente (aquí) y un reportaje fotográfico del mismo con 80 instantáneas del que, por cierto, pocas horas después desapareció la fotografía de Inés Arrimadas (aquí, aquí, aquí) por lo que el mencionado reportaje se quedó en 79 fotografías (aquí). En dicho reportaje aparecen diputados, ministros (sanidad, defensa, cultura, justicia), presidentes autonómicos, la fiscal general del estado, otros políticos, empresarios (sanidad privada, tecnologías médicas, banca, aseguradoras, entre otros), militares de alta graduación (nada menos que el JEMAD, entre otros) periodistas, etc. Este reportaje fotográfico, como la cena de primera clase de Titanic, ilustra mejor que nada la “crema” del “descremado sociológico” de la atención primaria española mantenido durante las últimas décadas por nuestros queridos políticos y regado con dinero público (aquí).


El exponente de más larga data financiado con dinero público de este descremado es el Mutualismo Administrativo (Muface, Isfas y Mugeju). La crème de la crème de dicho descremado constituye la cúpula, una especie de logia formada por aquella ciudadanía más influyente del Mutualismo que defiende y asegura el statu quo y que, para camuflarse y pasar inadvertida, se hace rodear de una tropa de infantería de cientos de miles de irrelevantes mutualistas (aquí). 

Normalmente, la cúpula actúa en modo silenciador: sus disparos apenas son audibles. No se nota pero influye. No se ve pero está. No se oye pero habla. No se siente pero hace y deshace. A veces, sin embargo, la cúpula actúa tan zafiamente que se hace notar. Tenemos recientes dos ejemplos de cada uno de estos modos de proceder: uno en modo silenciador y otro en modo zafio.

En su momento, la cúpula influyó para que durante los años de la crisis iniciada en 2008 los políticos cuidaran presupuestariamente mucho más el mutualismo administrativo, donde no recortaron, que el SNS en el que metieron la motosierra sin piedad (aquí). Ahora vuelve a las andadas con la defensa de Muface hecha por la Abogacía del Estado (preñada de mutualistas de Muface) dictando un informe infame (aquí) que espero no consiga desmotivar a los servicios jurídicos de los respectivos servicios regionales de salud pues no tiene sustento jurídico alguno. Desde la propia institución pública de la Abogacía del Estado se decide proteger a Muface frente al SNS. La Abogacía del Estado protege a Muface con un informe en el que dice que los hospitales públicos (en realidad, los sistemas regionales de salud) no podrán facturar a Muface, ni a las aseguradoras privadas con quien éste concierta, el coste del ingreso de los mutualistas que optan por la provisión privada (la mayoría de ellos) y que terminaron ingresados por Covid19 en hospitales públicos del SNS. Estos mutualistas eligieron libremente la opción de provisión privada (aseguradoras privadas-hospitales privados) y no la opción publica (SNS). Da la impresión de que Muface es más del Estado que el SNS. En realidad, a quien protege y defiende la Abogacía del Estado, como auténtico miembro de la cúpula, es a las aseguradoras privadas que conciertan con Muface que son las que, en definitiva, tendrían que apoquinar dicha pasta gansa. Ya sabemos que el deterioro de la atención primaria tiene su origen en el deterioro institucional (aquí). 


Que se sepa, los hospitales privados a los que acudieron los mutualistas con Covid19 que eligen provisión privada no se han visto demasiado saturados en lo que llevamos de pandemia. Quizá pueda informarnos mejor la señora Carmen Calvo, vicepresidenta del gobierno que, en su condición de mutualista, ingresó por dicho motivo en uno de esos hospitales (aquí). O quizá pasó que muchos de ellos, pese a elegir provisión privada, acabaron ingresados en un hospital público como le ocurrió a este funcionario de prisiones remitido por el propio dispositivo sanitario privado que inicialmente le atendió como correspondía a su condición de mutualista con opción privada (aquí). ¿Expulsaron los hospitales privados los peores riesgos cuando atendieron a mutualistas con Covid19 grave derivándolos a los hospitales públicos como hicieron con este funcionario de prisiones? También sabemos que los mutualistas tuvieron dificultades de acceso a la PCR durante las semanas de desescalada del primer Estado de Alarma porque, según CSIF, las aseguradoras privadas rechazaban la realización de dicha prueba a los mutualistas que presentaban síntomas compatibles con Covid19 con indicación de la prueba por los propios médicos de dichas aseguradoras (aquí). 

Nadie habla del asuntillo de la Abogacía del Estado protegiendo a Muface y a las aseguradoras que con Muface conciertan, ni de la minucia en millones de euros que ello supone. Va en modo silenciador. No se comenta. Nadie dice nada. Sin embargo, la comidilla que inflama las redes sociales es la reciente zafia barrabasada de un juez del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. El juez Garrido echa por tierra el papel de los epidemiólogos en la pandemia y, de paso, desprecia lo que considera una auténtica mierda: el médico de cabecera. Un dos por uno en toda regla.


Dos reputados médicos, uno de familia y un epidemiólogo, piensan que la zafiedad de Garrido es fruto de su ignorancia y le dedican un educado artículo informativo que muy probablemente su señoría se pase por el debajo del ligamento inguinal pues no es un problema de falta de información. 


Para este juez, y para el resto de la cúpula mamífera de la sanidad privada con cargo al erario público, los verdaderos especialistas son los que figuran en el catálogo médico de su aseguradora privada que concierta con Mugeju. Tan es así que Mugeju, probablemente a “sugerencia” de sus señorías mutualistas de la cúpula, permite a las aseguradoras privadas poner consultas en los propios juzgados para atender a la cúpula y familiares (aquí). Y lo triste es que lo que piensa la cúpula acaba, por contagio, pensándolo aquellos que eligen seguros médicos privados, muchos de ellos a través del mutualismo y también muchos gracias a la incentivación fiscal del seguro médico privado (es decir, regadito todo con dinero público). Así lo muestra el propio Barómetro Sanitario (aquí): "Porque se puede ir al especialista sin consultar con el médico de cabecera", un gran resultado después de más de 40 años de especialidad de Medicina de Familia y casi 40 de reforma de la atención primaria.





Firmado: 

Un médico de cabecera con algún cursillo 


Sanidad y Educación van de la mano. Las élites gobernantes han decidido que la atención primaria es para "la gente" no para ellos, igualito que pasa con la educación. Así lo confiesan los candidatos a la Presidencia de la Generalitat de Catalunya que mañana se presentan a las elecciones en esta comunidad autónoma (aquí). 

 



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3 comentarios:

  1. Egun on. Creo que en este caso los jueces tienen razón. Conozco a Garbiñe Biurrun y es una jueza "integra". Por ello me inclino a decir que la importancia que los medios de comunicación están dando a los epidemiologos es totalmente desproporcionada, huele mal, lo mismo quedas fotos de la cúpula.

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  2. El hecho de que una "aseguradora" (como Segurcaixa, filial del primer banco nacional) actúe empotrada en el palacio de Justicia de Bilbao (o en Madrid, Barna, etc), no como "servicio de prevención laboral", sino como servicio médico particular de jueces y funcionarios (al resto que les den), es un detalle del descuido y poco respeto que se tiene en dependencias judiciales a la "apariencia de imparcialidad", incluso en sus relaciones con empresas que suelen ser el "perejil" de todos los pleitos.

    Si así están las cosas dentro del palacio judicial, qué respeto cabe esperar cuando los jueces opinan en medios de comunicación sobre temas de los que carecen de conocimiento : entre otros motivos porque, a diferencia de los demás ciudadanos, su régimen de SS no suele asignarles "médico de cabecera", sino que les da un catálogo de especialistas a los que dirigirse y un talonario de recetas para su uso familiar.

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  3. Es impresentable que gobiernos de (casi) todos los colores se llenen la boca hablando de "sanidad pública" (para referirse a sanidad estatal como única posibilidad de servicio público), pero luego ellos no se quitan ni con agua caliente sus conciertos con entidades sanitarias de gestión privada, que para ellos sí funcionan como servicio público (de gestión no estatal).

    Los médicos de familia tendríamos más prestigio y más reconocimiento social si pudieran comparar la posibilidad "de poder elegirnos o no". Si tenemos que depender del gobierno para decirle a la gente que tener médico de familia aumenta su esperanza de vida, lo llevamos claro.

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