Resumen
Hay muchas formas de vivir el enfermar, y algunas no se “adaptan” a los diagnósticos médicos. Es aquello que se suele enseñar de “no hay enfermedades sino enfermos”. Cada persona es un mundo y cada mundo una forma de vivir la salud y la enfermedad. En esta cosmovisión no cabe despreciar la queja ni convertirla en genuino sufrir sólo porque haya una base neurocientífica que la justifique. Lo desconcertante no es equiparable a lo falso. La queja es expresión genuina de dolor, molestia y/o pena, a veces verbalizada, a veces expresada en forma comportamental. La queja es una emoción y un sentimiento que se puede transformar en resentimiento, protesta, lamentación, llanto, gemido, disgusto, descontento y/o desazón.