Comentario
de Enrique Gavilán:
Escribí
“Cuando ya no puedes más” hace cuatro años. Desde entonces, yacía en el fondo
de un cajón, olvidado, inacabado. Después de varios años desquiciado y
malherido por el trabajo, con el alma desfigurada y la ilusión perdida, en los
que todos mis intentos por recomponerme habían fracasado, un mal día tuve una
fuerte discusión con un familiar, y todo saltó por los aires. Me había
resquebrajado por los cuatro costados. Una locura.
Fue
entonces cuando sentí el impulso de registrarlo todo. Durante dos meses, con
disciplina, me levantaba todos los días temprano como si fuera a ir a trabajar,
pero para quedarme en casa escribiendo. Necesitaba cartografiar los senderos
que cercaban el precipicio en el que había caído y al que no quería volver a
asomarme nunca más. Me salió del tirón, de principio a fin. Acabé exhausto,
pero satisfecho. No tenía ninguna certeza, pero sí la intuición de que había
dado carpetazo a los días más oscuros de mi vida. Escribir me había servido de
catarsis.