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jueves, 1 de agosto de 2019

El cuarto de invitados y la caseta del perro

"Pedimos el cuarto de invitados y nos dan la caseta del perro". Esta memorable frase salió de Unidas Podemos (UP) cuando ante las peticiones de ministerios de peso como por ejemplo el de Hacienda ("el cuarto de invitados"), los socialistas ofrecieron el de Sanidad ("la caseta del perro") junto con otras competencias (igualdad, vivienda) (aquí). Para entender esto hay que tener claras dos cosas. Primera: el control del gasto sanitario ha sido siempre un elemento central en las políticas dirigidas a la disminución del déficit público. Segunda: es legendaria la desconfianza del Ministerio de Hacienda, en sus distintas denominaciones (aquí), hacia el control presupuestario de las Comunidades Autónomas.  Se puede decir que ha sido Hacienda quién ha "gobernado" el Sistema Nacional de Salud en los últimos años, especialmente durante la crisis: el cuarto de invitados ha gobernado la caseta del perro. Prueba de ello es, por ejemplo, que de la web de Hacienda cuelgue la información sobre el gasto farmacéutico público hospitalario y ambulatorio (aquí). Por cierto, las distintas Consejerías de Hacienda autonómicas también han hecho lo suyo.


¿Ha "gobernado" Hacienda toda la Sanidad Pública con igual severidad?
Como digo, Hacienda ha gobernado el Sistema Nacional de Salud (SNS) durante años mediante un férreo control del gasto, especialmente durante los peores años de crisis imponiendo los recortes que todos conocemos. Como muestra, este ejemplo recientísimo (aquí).

El SNS nació de la Ley General de Sanidad (LGS) de 1986. La norma mandaba integrar en el SNS la asistencia sanitaria de todos los ciudadanos bajo cobertura sanitaria de los diversos subsistemas de financiación pública hasta entonces existentes. El SNS se concibe, como la propia LGS define (aquí), como "el conjunto de los servicios de salud de las Comunidades Autónomas convenientemente coordinados". Pero la LGS se incumple desde entonces por la inacción de unas instituciones demasiado sensibles al interés de determinadas élites influyentes. Como consecuencia, muchos de estos subsistemas, originados en el franquismo, persistieron hasta fechas recientes y algunos, como Muface, Isfas y Mugeju, persisten todavía en la actualidad. No es ninguna casualidad que de entre todos los subsistemas financiados públicamente persistieran aquellos que gozaban de provisión privada con acceso directo al especialista y sin atención primaria. Debido a este incumplimiento, todavía hoy existe Sanidad Publica fuera del SNS. Y la pregunta pertinente es: ¿Ha "gobernado" Hacienda toda la Sanidad Pública con igual severidad?

Pues resulta que Hacienda ha sido más benévola con la Sanidad Pública extramuros del SNS pues los recortes de los peores años de crisis no han afectado al Mutualismo Administrativo (Muface, Isfas y Mugeju) como lo han hecho con el SNS. No hay que ser muy listo para saber por qué se ha sido tan benevolente con una Sanidad Pública y se ha producido tanto ensañamiento con la otra. Con un Congreso y un Gobierno lleno de funcionarios, es comprensible que los políticos hayan cuidado más "su" Sanidad Pública que la de los demás (aquí). Esta injustificable actuación es producto del deterioro institucional que infiltra de forma creciente el ámbito público de nuestro país pues quienes deciden, en muchos casos como este, son juez y parte.




¿Y por qué ha ocurrido esto?
Quizá la pregunta debería ser otra. Es normal que Hacienda controle el gasto público, y más que lo debería hacer como demuestran los informes Spending Review de la AIREF (aquí). La pregunta debería ser: ¿Y por qué el Ministerio de Sanidad se ha convertido en lo que algunos llaman un ministerio "decorativo", "florero" o "maría"? Veamos.

Es un lugar común considerar prácticamente vacío de competencias al Ministerio de Sanidad tras las transferencias sanitarias autonómicas. Esto es relativamente cierto sí sólo se tienen en cuenta aquellas competencias que lleven aparejado mucho presupuesto. Efectivamente, el presupuesto del Ministerio de Sanidad no es de los más abultados, pero su potencialidad para definir la política sanitaria del país es -o debería ser- máxima. Sólo recordar, como mero ejemplo, la legislación antitabaco proveniente del Ministerio de Sanidad si mal no recuerdo bajo la Dirección General de Salud Pública de Ildefonso Hernández (aquí). Este es sólo un ejemplo menor. Pero sobre la potencialidad de un Ministerio de Sanidad que lidere la política sanitaria del país han hablado, a raíz de lo ocurrido, reputados expertos como Rafael Matesanz (aquí), Julian Ezquerra (aquí) y José  Martínez-Olmos (aquí). Y como dice Martínez-Olmos, si el Ministerio de Sanidad no existiera habría que inventarlo. 

Hace tiempo, demasiado ya, que no hay una verdadera política sanitaria en España. Me atrevería a decir que no la hay desde que Lluch sacara adelante la LGS al frente del Ministerio en 1986 (aquí). Más evidentemente no la hay desde que en 2002 se transfirieran las competencias sanitarias a la 10 CCAA que todavía no las tenían. Podría contribuir a ello, además, el hecho de que Sanidad sea "gobernada" por Hacienda, pero no lo justificaría. Que los recursos sean limitados o "recortados" no necesariamente ha de significar, como ha ocurrido, la inhibición política en las reformas necesarias. Es más, cuanto más limitados son lo recursos, más reformas (que no recortes) se precisan para salvaguardar la calidad, la equidad y la eficiencia de nuestra Sanidad Pública. Todo lo contrario de lo ocurrido durante los últimos años: mucho recorte y ninguna reforma.

Desde esta perspectiva, el Ministerio ha de ejercer un liderazgo estratégico con una política sanitaria clara y explícita y, por tanto, sujeta a debate. La "caseta del perro" tiene que convertirse en un atractivo "cuarto de invitados". Hay que reforzar el Ministerio de Sanidad con medidas que permitan evitar la dispersión ineficiente de las políticas (aquí). De lo contrario, la decadencia en el SNS se instalará para los restos. Sin proyecto, sin política sanitaria no hay progreso. Como dice Rafael Bengoa (aquí), cuando no hay política sanitaria no necesitamos un Ministerio de Sanidad, basta con una Dirección General en Hacienda. 




A los tirios no les importa cederla y los troyanos la desprecian cuando se les cede
De Sanidad se habla muy poco en campaña electoral (aquí). Pero todavía se habla menos en la investidura del candidato a presidir el Gobierno cuando presenta éste su programa recabando apoyos en la Cámara. Está claro que la Sanidad les importa una higa a nuestros políticos. Por eso pasa lo que pasa. A los socialistas no les importa nada cederla. De hecho es el único Ministerio contra-ofertado por el PSOE ante las pretensiones de UP. Y estos la desprecian cuando se les cede. La "caseta del perro" no la quiere nadie. Cuando los políticos se refieren a nuestra Sanidad Pública acostumbran a ensartar casi siempre las mismas mamarrachadas pomposas y proponen soluciones que parecen concebidas por ignorantes memos redomados. El máximo grado de evolución de esta tradición ha sido reducir a "caseta del perro" toda la potencialidad política que podría tener cualquiera con dos dedos de frente al mando de esa "caseta del perro". ¿Para qué? Pues básicamente para conseguir una cosa: hacer a los españoles más iguales ante la salud y ante la enfermedad. Es decir, acabar de una vez por todas con la dualización de nuestra Sanidad Pública y el descremado sociológico del SNS, especialmente de su atención primaria que ya empieza a despertar más compasión que pasión (aquí). Bastaría con cumplir y hacer cumplir la Ley General de Sanidad. Pero a tirios y a troyanos se les antoja esto una imbécil nimiedad. Por lo visto, nuestra Sanidad Pública les parece tan buena como inmejorable. ¿Será porque casi todos ellos tienen una sanidad privada pagada o incentivada con dinero público? Una dualización y descremado fruto del mismo deterioro institucional que denigra a "caseta de perro", objeto de trapicheo político, a todo un Ministerio de Sanidad. ¡Si Federica Montseny levantara la cabeza! (*).

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(*) Federica Montseny fue la primera mujer en España responsable de una cartera ministerial y lo fue, precisamente, de Sanidad la primera vez que se creaba un Ministerio de Sanidad en España en 1936 (aquí y aquí).

6 comentarios:

  1. Hola amigo. La descripción del pasado y el presente es perfectamente cierta y alarmante. Te queda sacar la bola de cristal e intentar suponer cuál va a ser un futuro que, si no cambian profundamente las prioridades políticas, amenaza aún más horroroso.

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  2. Magistral.
    Ni una palabra de más ni de menos

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  3. Muy bueno
    Los políticos claro conflicto de intereses que podían declarar: yo uso sanidad de este u otro tipo

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  4. Como es habitual, impecable tu artículo. Muchas gracias!

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  5. La privatización del sector hospitalario es en parte una consecuencia de la ineficiencia.
    En otros países la sanidad Pública en Hospitales es mucho más eficiente que en España. En Inglaterra o Suecia se operan en cada quirófano 4 pacientes por jornada y en España, 2 de la misma dificultad ( por ejemplo, prótesis de rodilla), y cada cirujano opera más de 400 pacientes al año y aquí en España, menos de 100. Lo he vivido personalmente , soy cirujano.
    Así, las listas de espera son enormes, y se envía a los pacientes a operarse en hospitales privados "concertados"; cuanta más lista de espera generas, más beneficios obtienes ( aumentos de personal, horas extra, etc.) Se premia la ineficiencia y los "gestores" no gestionan nada, solo administran; nunca he visto en 40 años de trabajo ( desde 1979) en la Sanidad Pública a un gestor por los quirófanos enterándose de lo que sucede, ni mucho menos, solucionando algo para mejorar el rendimiento.
    Una laboralización ( tipo " las fundaciones" ) sin pérdida del carácter público de los Hospitales hubiese sido mucho mejor que la privatización a la que hemos llegado.
    Lo de trabajadores de la Sanidad funcionarios y directivos nombrados con criterios políticos solo sucede aquí; en todo el mundo civilizado, es personal con contrato laboral indefinido y con objetivos de cantidad y calidad de trabajo transparentes. Pero la posible "reforma" de transformar los Hospitales Públicos con personal "estatutario-funcionarial" en "Fundaciones Laborales sin ánimo de lucro", fracasó, en parte por la resistencia que se opuso desde sectores de "Defensa de la sanidad Pública" ( FADSP , sindicatos, etc. ), a los que pertenezco, que salíamos con la pancarta "no a la privatización" ante una reforma en la que se "laboralizaba", pero no se privatizaba nada; ahora sí se está privatizando, y mucho.
    Un saludo.
    Salvador Pagaza .
    Hospital de Monforte, SERGAS.
    Ex Jefe de Servicio de Traumatología, CHUO Ourense.

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  6. Leido con retraso, a través de la referencia de la última entrada en el blog, no puedo resistir el agradecer un análisis tan claro.

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