Esta entrevista forma parte de una serie realizada entre septiembre y diciembre de 2013 a 28 personas, buenas conocedoras de nuestra atención primaria. Hasta que no se recibieron todas ellas no se empezó su publicación semanal en este blog a partir de enero de este año. Más información aquí.
1) ¿Cómo describirías en menos de 300 palabras la situación actual de la atención primaria en España? La Atención Primaria (AP) sufrió una reforma que no se concluyó ni en tiempo ni en forma. Ha sido una reforma donde han predominado las palabras y las promesas. Pero la AP no vive de palabras sino de hechos concretos que permitan aumentar su capacidad diagnóstica y resolutiva, su importancia sociosanitaria, sus estímulos profesionales y retributivos.
1) ¿Cómo describirías en menos de 300 palabras la situación actual de la atención primaria en España? La Atención Primaria (AP) sufrió una reforma que no se concluyó ni en tiempo ni en forma. Ha sido una reforma donde han predominado las palabras y las promesas. Pero la AP no vive de palabras sino de hechos concretos que permitan aumentar su capacidad diagnóstica y resolutiva, su importancia sociosanitaria, sus estímulos profesionales y retributivos.
En teoría el modelo de salud español se sustenta en una atención
primaria potente, pero los comportamientos y las respuestas de las administraciones
sanitarias indican lo contrario. En las últimas décadas, mientras el
presupuesto y gasto sanitario hospitalario creció, el de la atención primaria ha
disminuido. No
se puede estar diciendo que se otorga más poder cuando se le quitan recursos.
Se están cambiando las necesarias transformaciones por palabras vacías de
contenido, entre otras cosas porque las inversiones en AP son menos vistosas
que en otros puntos del Sistema Nacional de Salud (SNS).
No ha sido posible alcanzar el gran acuerdo y comunicación entre
clínicos y gestores para el mejor
gobierno de la AP, por la falta de objetivos e incentivos comunes, falta de
autonomía y de responsabilidad compartida. A nivel individual los incentivos y
herramientas que permitan la discriminación profesional no se han desarrollo ni tampoco los sistemas de información
integrados e interoperables que permitan normalizar, estandarizar y evaluar
comportamientos individuales y colectivos así como ayudar en la toma de
decisiones, como a mejorar la coordinación con el segundo nivel asistencial.
No
hay evaluación
del proceso de atención médica que se presta al paciente desde la interacción
con el médico, ni evaluación
del uso de medicamentos, se sigue sin establecer criterios sobre calidad de la
prescripción desde la independencia y autonomía, con participación escasa en la
investigación.
Tampoco
se han distribuido las funciones y cargas de trabajo entre los profesionales sanitarios ni eliminado obligaciones
burocráticas evitables, innecesarias y/o superfluas. Han sido décadas para
modificar la mal denominada renovación de la prescripción.
No se propicia su autonomía
y capacidad resolutiva, se limitan los servicios que puede prestar y el
acceso a tecnologías diagnósticas. Es escasa o inexistente la formación
continuada adecuada a sus necesidades y servicios sin dependencia de la
Industria.