El 39º Seminario de Innovación en Atención Primaria (SIAP) llevó por título “Prevención en salud: entre la eficacia y la arrogancia”, y trató sobre aciertos y excesos preventivos en la práctica clínica y en salud pública. El Seminario se celebró virtualmente desde el 1 de diciembre de 2018 y la fase presencial tuvo lugar en Valencia (España), los días 8 y 9 de febrero de 2019. Se puede consultar la convocatoria del Seminario aquí. Y aquí se puede acceder a la web del mismo con toda la información al respecto. El texto que sigue es el informe resumen del Seminario tanto de su fase virtual como presencial. Este resumen lo ha elaborado Juan Gérvas y se basa en los textos de ponentes y en sus intervenciones virtuales y presenciales, así como en la participación de los casi 400 inscritos.
Es mejor prevenir que
curar
Los refranes resumen la sabiduría popular y son atajos que simplifican el pensar y al tiempo imponen códigos sociales y normas de conducta, acumulan significados y tipifican experiencias[1]. Por ello cuesta cuestionar la verdad de algunos bien conocidos refranes como el de “es mejor prevenir que curar”.
Ejemplos de que “es
mejor prevenir que curar”
1.- La poliomielitis
es enfermedad grave en cuanto sus complicaciones y secuelas. La vacuna contra
la poliomielitis ha logrado que en 2018 sólo hubiera 137 casos en el mundo (33
por el virus “salvaje” y 104 por virus derivado de la propia vacuna)[2].
2.- Para evitar las
fracturas por osteoporosis lo mejor es evitar las caídas en ancianos. Es decir,
utilizar calzado apropiado, eliminar obstáculos en el piso, tratar
adecuadamente la artrosis y evitar medicamentos que incrementan las caídas,
como los psicofármacos[3].
3.- El fumar tabaco
se asocia a varias enfermedades, desde cáncer de pulmón a infarto de miocardio.
Las intervenciones de salud pública y los consejos clínicos han demostrado ser
muy eficaces para disminuir el consumo de tabaco, y las enfermedades asociadas[4],[5].
4.- Lavarse las manos
evita infecciones en general y es esencial que los profesionales sanitarios lo
hagan para no transmitir gérmenes de unos pacientes a otros[6].
5.- Prevenir y
atenuar el impacto de la actividad humana en el clima es ayudar a conservar y
mejorar la salud global. Son múltiples las vías de exposición a las
consecuencias del cambio, desde olas de calor a la contaminación del aíre
pasando por enfermedades infecciosas, malnutrición, desplazamientos forzados y
guerras[7],[8].
No siempre es cierto
que sea mejor prevenir que curar
En general es mejor
prevenir que curar, pero sólo es cierto cuando prevenir hace menos daño que
curar. La prevención tiene un halo positivo que no siempre se justifica y, a
veces, es mejor curar que prevenir si la prevención es incierta o peligrosa.
Así, la prevención es una intervención más, sin aura y con ventajas e
inconvenientes que conviene sopesar. La etiqueta preventiva no equivale a
beneficio indudable, ni equivale a ventajas que superen sin dudas a
inconvenientes[9].
Ejemplos de que no
siempre es mejor prevenir que curar
1.- La rabia es
enfermedad mortal que se puede prevenir con su vacuna. Empleamos la vacuna de
forma terapéutica en los casos sospechosos, lo que evita muertes pues carece de
otro tratamiento (da tiempo a impedir el desarrollo de la enfermedad tras el
contagio). No se vacuna en general a la población ya que serían mayores los
daños que los beneficios; sólo se vacuna a grupos de riesgo, como espeleólogos[10].
2.- La enfermedad de
Alzheimer carece de tratamiento curativo, sólo se puede prestar atención
paliativa, de sostén al paciente y a su familia. Los intentos de diagnóstico precoz
fallan por errores en exceso y en defecto del propio diagnóstico y por la
ausencia de intervenciones que retrasen el proceso[11]. Todo el esfuerzo y el
gasto debería ir al apoyo de familiares y cuidadores.
3.- La cesárea tiene
indicaciones precisas, quizá en el 15% de los partos. Sin embargo, la media en
España es del 25%[12]
lo que indica un abuso que no previene nada, al contrario. Por contraste, el
parto de bajo riesgo atendido a domicilio por matrona, más seguro que el
hospitalario (sobre todo a partir del segundo), no se encuentra financiado por
el sistema público[13].
Praxis médica
habitual preventiva sin ciencia
Es difícil discrepar
de la “norma” (aquello que se convierte en lo habitual y no se discute) que
incluso tiene reflejo legal en la “praxis médica habitual”. Pero hay que
aceptar la inevitabilidad del enfermar y del morir y renunciar a las medidas
preventivas que carecen de ciencia y dañan, por más que se hayan convertido en
norma en la práctica clínica y en la vida diaria (medicalización)[14],[15].
Nuestros pacientes esperan y precisan “lo mejor” y muchas veces lo mejor no es
“lo habitual”[16].
Ejemplos de praxis
médica habitual preventiva sin ciencia
1.- La determinación
rutinaria del PSA en la sangre de varones a partir de los 50 años para el
cribado del cáncer de próstata. Es la norma pero carece de fundamento
científico y conlleva cascadas diagnósticas y terapéuticas cuyos daños no
compensan los beneficios[17].
2.- La revisión del
“niño sano”, una práctica habitual con nombres diferentes según lugares pero
que carece de fundamento científico, lo que lleva a que en el Reino Unido se
limite a 4 visitas en total[18],
y en España pueda llegar hasta 16[19].
Es una norma que conlleva la pérdida de “autoridad” de la familia respecto al
crecimiento sano infantil, con la consiguiente medicalización del desarrollo y
de la vida.
3. - La revisión
ginecológica anual, un rito sin fundamento científico que se ha convertido en
una rutina cuyos beneficios no compensan los daños[20]. Respecto al cribado del
cáncer de cuello de útero basta la citología cada tres años, y cada cinco si
además se ha determinado el virus del papiloma[21]. En España, dado la baja
frecuencia de la enfermedad, lo clave es lograr que llegue el programa de
cribado a quien más lo precisa (prostitutas y otros grupos marginados)[22],[23],[24].
4.- La vacuna de la
meningitis B es beneficiosa en algunos pacientes, como aquellos que carecen de
bazo, pero es innecesaria en los demás[25]. Sin embargo, en España
es habitual que lo recomienden los pediatras a niños sanos.
5.- Los ancianos
“sufren” indicaciones rigurosas preventivas que coartan, por ejemplo, su
alimentación o les llevan a seguir tratamientos de dudosa eficacia, con
estatinas, por ejemplo, lo que cambia sus perspectivas de vida y muerte sin que
se cuente con ellos en muchos casos[26].
6.- Las mamografías
de cribado no disminuyen la mortalidad general[27] y tienen un
sobrediagnóstico variable, que puede llegar al 50%[28]. Sin embargo cuentan con
tanta aceptación como la auto-exploración mamaria, cuyos daños también superan
en mucho a sus beneficios[29].
7.- Salvo casos
excepcionales, no se precisan suplementos de vitamina D, que pueden llegar a
ser dañinos[30],[31].
8.- Es casi
universal, y en muchos casos se incentiva económicamente, el cálculo del riesgo
cardiovascular con el que se decide el tratamiento con estatinas en prevención
primaria. Ambas intervenciones, aplicación del cálculo del riesgo y estatinas
en prevención primaria, son de escaso fundamento científico, si alguno[32],[33].
9.- La respuesta
médica al suicidio suele ser medicalizarlo e intentar “prevenirlo”. Por
ejemplo, en Cataluña con el "código suicidio", un código que se hace
constar en la historia clínica de todo paciente al que se considere en riesgo
de tal, aunque la valoración médica del riesgo de suicidio da un 93,3% de
falsos positivos y más del 50% de falsos negativos[34].
10.- Los “chequeos”
de salud, revisiones rutinarias, son actividades extraordinariamente populares
(y a veces obligatorias) en trabajadores y en la población general pero carecen
de fundamento científico[35].
Arrogancia preventiva
Por todo lo expuesto,
la prevención tiene un lugar clave en la actividad sanitaria, pero no es
omnipotente y debería promoverse con prudencia. Sin embargo, la prevención se
difunde e impone con arrogancia. Como bien escribió Sackett, la arrogancia
preventiva es agresivamente asertiva en el sentido de prescribir y ordenar
cambios, medicamentos y/o intervenciones sin dudas ni matices. Es, además,
presuntuosa, en el sentido de no dudar de su eficacia, de su valor acerca de
beneficios sin daños. Y es soberbia, arremetiendo
contra los que cuestionan el valor de sus recomendaciones[36].
Los dogmas
preventivos se imponen muchas veces sin la menor ciencia, como fue el caso de
la recomendación pediátrica de poner a dormir boca abajo a los bebés para
evitar la muerte súbita (¡cuando la incrementaba!)[37], ha sido la del uso
rutinario de los parches hormonales en la menopausia, para disminuir los
infartos de miocardio (¡cuando los incrementaba, al igual que los cánceres de
mama!)[38]
y es el caso de la prescripción innecesaria de vitamina D, que está causando
daños sin beneficios[39]
y ha precisado de una nota informativa de la Agencia Española del Medicamento
para limitar su uso y evitar hipercalcemias graves infantiles y en adultos[40].
Algunos porqués y soluciones
Algunos porqués y soluciones
¿Qué hacer ante el
panorama de una prevención sin límites que crece por la colusión de intereses
de pacientes (buscan el riesgo cero, la juventud eterna, el evitar todo mal y
todo enfermar), profesionales (cumplen con su afán de evitar sufrimiento y
buscan evitar la culpa de sentir que dejaron de hacer algo que hubiera evitado
la enfermedad, algunos tienen intereses puramente comerciales) y el resto de
agentes que se benefician de las promesas de una utopía preventivista que es
más que nada una real distopía sin salvaguardas institucionales[41],[42]?
Gran parte de la
arrogancia preventiva tiene que ver con la ignorancia en general y con la de la
estadística en particular. Pacientes y profesionales son, en mucho, perfectos
analfabetos estadísticos[43].
Lo demuestran bien cuatro situaciones típicas en prevención: el uso del riesgo
relativo sobre el riesgo absoluto[44],[45],
la insistencia en la supervivencia a los cinco años en los cánceres de cribado[46],[47],
el énfasis en el diagnóstico en general y en el “diagnóstico precoz” en
particular[48],[49]
y los cambios en las definiciones de enfermedades[50],[51]. En estos casos se suele
presentar una información cierta pero que en general no sustenta las
recomendaciones preventivas que se promocionan. Es clave que pacientes y
profesionales dejen de ser analfabetos estadísticos.
También conviene la
tolerancia que dulcifique la “tiranía social de la salud”, el “salutismo
coercitivo” de Illich, en el sentido de aceptar la libertad individual en la
aceptación de los riesgos de la vida[52]. Al fin no se trata de
evitar la muerte pues es una falacia la de “la muerte burlada”, como señalaron
McCormick y Skrabanek: “vivir temiendo a la muerte es temer a vivir”[53].
El disfrute de la vida conlleva permanentemente riesgos y es falso el ideal del
“riesgo cero”, lo que es clave compartir entre pacientes y profesionales para
hacerlo llegar a la sociedad[54].
En la propia consulta
y actividad profesional es fundamental evitar el reduccionismo medicalizador
que simplifica el vivir y el enfermar con su habito autoritario, su “síndrome
de hubris” y sus torres de arrogancia[55],[56]. “La única cosa más
peligrosa que la ignorancia es la arrogancia”, que dijo Einstein. Conviene la
humildad profesional y el aceptar que los pacientes simplemente “pasan por la
consulta” pero su vida y su salud está en la comunidad, donde las formas de
actuación son muy distintas y ajenas a las habituales en la clínica.
En general, se suele
aceptar que “el giro a la prevención” disminuye el gasto sanitario, además de
disminuir el sufrimiento de personas y poblaciones. Pero tal disminución es una
falacia si la admitimos en general. En el caso del gasto es la falacia de Beveridge
y respecto al sufrimiento conviene pensar que quizá sea muchas veces más
efectivo y prudente centrarnos en una medicina curativa que alivie a quienes
enferman y no enferme a los sanos[57].
Por último, es
importante tener claro que los daños de la prevención irracional son muchas
veces “invisibles”, en el sentido de poblacionales; por ejemplo, respecto al
sobrediagnóstico señalado en el cribado de cáncer de mama, en que es imposible
individualizar las mujeres perjudicadas por el diagnóstico y tratamiento de un
cáncer que nunca les hubiera provocado problemas. Por contraste, es
relativamente sencillo atribuir el daño individual de “no haber hecho
prevención”, por ejemplo en el mismo caso del cribado de cáncer de mama, en una
mujer con cáncer a la que se aconsejó no hacerlo por los daños poblacionales.
Este contraste individual-poblacional explica gran parte de los sentimientos de
miedo y culpa de pacientes y profesionales y la consiguiente aceptación de
normas preventivas irracionales[58].
Conviene la serenidad clínica y lógica y tener en cuenta este contraste para no
tomar decisiones apresuradas e injustificadas.
Síntesis
La prevención es
actividad generalmente muy gratificante, en el sentido de evitar males futuros,
pero no siempre se justifica. Como toda actividad sanitaria, la prevención
puede causar daños y conviene limitarla a aquella cuyo balance ofrezca más
ventajas que inconvenientes.
Referencias bibliográficas:
[1] La cultura popular: los refranes hoy.
[2] Polio this week.
[10] OPS Manual de rabia.
[22] Segura-Benedicto A. Inducción sanitaria de los cribados:impacto y consecuencias. Aspectos éticos. Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):88-95.
[23] Spagnolo E, Segura A, Vila R, et al. Importancia del cáncer de cérvix en Cataluña: consideraciones sobre un eventual programa de cribaje. Med Clin (Barc). 1984;82:83-86.
[23] Spagnolo E, Segura A, Vila R, et al. Importancia del cáncer de cérvix en Cataluña: consideraciones sobre un eventual programa de cribaje. Med Clin (Barc). 1984;82:83-86.
[52] Salud persecutoria.
[53] El santo temor.
NOTAS
Inscritos
En el Seminario hubo 396 inscripciones, siendo 286 mujeres (72,2%) y 110 varones (27,7%). Por su procedencia, 321 España, 54 Latinoamérica (29 Ecuador, 10 Argentina, 5 Perú, 4 Brasil, 4 Chile, 2 Cuba), 10 resto de Europa (5 Portugal, 3 Italia, 2 R. Unido), 11 resto/NC. Por su actividad, 171 Médicxs (158 de Familia, 4 Psiquiatras, 3 de Preventiva y Salud Pública, 2 Pediatras, 2 Nefrólogxs, 2 Resto/NC), 136 MIRes y EIRes (132 de Medicina de Familia, 3 de Enfermería de Familia, 1 de Medicina Preventiva y Salud Pública), 39 Estudiantes de Medicina, 15 Enfermerxs (6 Enf. de Familia, 9 Resto/NC), 5 Psicólogxs, 3 Farmacéuticxs (2 Comunitaria/Primaria, 1 Hospital), 3 Docentes (2 Secundaria, 1 Primaria), 4 Pacientes (2 Agentes de Salud, 2 Pacientes), 4 Otras disciplinas y ocupaciones CC. Salud (1 Fisioterapeuta, 1 Nutricionista, 1 Terapeuta ocupacional, 1 Técnico de salud), 16 Resto disciplinas (Periodistas, Historiadores, Filósofos, Antropólogos, Filólogos, Economistas, Ingenieros, Químicos, NC...).
Debate (virtual previo y presencial)
En el debate virtual previo hubo 29 "asuntos" científicos abiertos, con 645 intervenciones (el 49% de mujeres); en el debate presencial hubo 28 ponentes (el 54% mujeres); en total hubo 14 horas presenciales, incluyendo las 8 cápsulas/pinceladas (el 49% del tiempo para preguntas de la audiencia); hubo una asistencia presencial media de 210 personas (el 67% mujeres); hubo 132 preguntas/comentarios de la audiencia (el 51% de mujeres), que fueron respondidas en 72 ocasiones por ponentes (el 53% por mujeres); la mayoría de las preguntas (48%) las hicieron profesionales de la medicina, de diferentes situaciones y especialidades, y por residentes (39%), en su mayoría de Familia.
Colaboradores
En el Seminario colaboraron: Vocalía de Residentes y Jóvenes Médicos de Familia de la Societat Valenciana de Medicina Familiar i Comunitària, Societat Valenciana de Medicina Familiar i Comunitària, Colegio Oficial de Médicos de Valencia y Equipo CESCA.
Comité Organizador
Presiden el Comité Organizador Javier Ramírez Gil y Luz de Myotanh Vázquez Canales y forman parte del mismo Lluís Espanya Cruañes, Asunción Samper Hernández, Ana Pagá Casanova, Aína Quilis Pellicer, Ana Ocaña Ortiz, Viola Cassetti, Carolina Mir Sánchez, Rosa Tomás Almarcha, Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gérvas.
Educaciòn para la salud individual y colectiva parece necesaria se acompañe de medidas sancionadoras y protectoras para individuos y colectivos. Ningunear la ley de actividades toxicas y peligrosas no tiene perdòn y causa mucha morbilidad, mortalidad y ruidos y ambientes insoportables e incompatibles con la vida. Huir de esos ambientes en cuatro por cuatro con aire acondicionado es lo que nos enseña la publicidad en TV, pero no enseñan a usar los ceniceros portatiles, respetar el ambiente colectivo y ...etc, etc. La administraciòn se hace complice de los impuestos perversos y los incentivos asociados. Hace falta crear enfermedad para tener clientes en sanidad, es el modelo de negocio. Digno Javier Souto Mariño
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