Con permiso de su autor, Carlos Coscollar (aquí), reproduzco este artículo publicado el pasado martes en Heraldo de Aragón. No he encontrado su versión on-line por lo que deduzco que sólo se publicó en la versión en papel de dicho periódico aragonés.
Atención Primaria, ¡´desperta ferro´!
Vivimos tiempos en los que el ruido y la inmediatez no facilitan el detenerse a reflexionar sobre lo importante. El ruido impone los contenidos y la inmediatez de la (simulada) actualidad galopante los cambia al antojo de provocaciones y falsedades de todo tipo. Parece el trueque de cromos de un imaginario álbum tan urgente de completar como interminable. La sanidad, y en concreto la atención primaria, ha entrado en la agenda mediática y política. Pero lo ha hecho contaminada de un ruido que impide reparar en lo importante.
La atención primaria, como le sucede a la salud, se echará en falta cuando se pierda. La salud suele ofrecer oportunidades para recuperarse. La atención primaria, previsiblemente, no las ofrecerá. Es necesario evitar el ruido y reflexionar sobre esto. La sanidad pública es un bien tan valioso como frágil y vulnerable. De esta fragilidad, la primera víctima será, o está siendo, la atención primaria. El discurso hospitalocentrista, la tecnofascinación, la superespecialización, protagonizan el debate público y publicado, convirtiéndose en el debate hegemónico. La atención primaria ha quedado expuesta a la intemperie, especialmente porque se ha desentendido quien tiene la responsabilidad de gestionar lo público. Su dotación y financiación se ha ido deteriorando desde que iniciamos la reforma hace más de 40 años. Aragón destina el 13,1% del presupuesto sanitario a atención primaria, menos que la media nacional y lejos del 25% recomendado por la OMS. Pero siendo éste un problema, no es el único, ni siquiera el más importante. Tampoco lo es el fácil recurso que apela a la falta de profesionales. Se trata, sobre todo, de un problema de modelo de gestión, de convicción y liderazgo político, y de recursos.
Todos engrosaremos las filas de los perdedores, aunque las consecuencias de la derrota tendrán impactos diferenciales. Un modelo de atención primaria basado en la beneficencia es un riesgo real que dará al traste con el modelo que ha perseguido la equidad en el acceso al sistema sanitario. Mientras, se da la paradoja de mantener privilegios con modelos de atención paralelos y discriminatorios (MUFACE, MUJEFU, ISFAS), financiados a cargo del erario. Quienes se siguen desentendiendo de lo público son los responsables de mantener y financiar este modelo que “protege” a quienes menos protección necesitan.
La atención primaria tiene capacidad para resolver hasta el 90% de los problemas que atiende. ¿Alcanzan a imaginar qué puede suceder si desaparece? Algunas señales ya se empiezan a observar. La atención primaria es, además, el principal garante de los pacientes. Incluso, pero también, frente al exceso de medicina. No es mérito, ni competencia exclusiva, pero sí distintiva. Forma parte de sus fundamentos. Gestiona de modo eficiente situaciones complejas, porque con tecnología humilde (tiempo, conversación y proximidad) dispone de una potente herramienta: la longitudinalidad. Es decir, la continuidad y el conocimiento, consecuente, del paciente y su entorno. Hay estudios científicos que permiten afirmar que la asistencia por el mismo médico, mantenida en el tiempo, puede disminuir hasta un 30% la mortalidad de las poblaciones. Es difícil identificar alguna intervención con tan poco riesgo y con tanto beneficio. Y permítanme añadir algo de información que refuerza el papel garante del médico de familia (especialista general). El incremento de su número, a parte de su estabilidad, también se relaciona con mejores resultados en términos de mortalidad. Tal beneficio no se ha observado, por cierto, cuando el incremento es de especialistas hospitalarios. No hay modelo sanitario más eficiente y con mejores resultados en salud que aquel basado en una atención primaria competente y con recursos. O dicho en términos más académicos: “cuando centramos la atención en el individuo y no en la enfermedad, conseguimos reducir efectos adversos y costes, y mejorar la salud global de las poblaciones” (Starfield 2005). El especialista en las enfermedades es el especialista focal; el especialista en las personas, es el médico de familia.
Esto es lo que está en juego. Y a todos nos interpela y nos convoca. De nada sirve seguir oyendo soflamas repletas de loas a la atención primaria, mientras los tambores de su cotidianidad convocan a su desmantelamiento. Es nuestro turno, el de quienes sufriremos la pérdida. Es, así, el turno de todos y de todas. Atención primaria: ¡Desperta Ferro!
Carlos Coscollar
Médico de familia
¡Desperta Ferro!
¡Desperta Ferro!
Grito de guerra de los Almogávares
#AtenciónPrimaria, ¡"desperta, ferro"!
— José Luis Ponce (@jlponcen) December 13, 2022
"La Atención Primaria tiene capacidad para resolver hasta el 90% de los problemas que atiende. ¿Alcanzan a imaginar que puede suceder si desaparece?"
Artículo para leer y reflexionar, por @Carcos2 pic.twitter.com/dJcVnlcoWD
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