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viernes, 9 de septiembre de 2022

Exceso de mortalidad no atribuible a covid19 ni al calor en un SNS superexigido desde hace dos años y medio

Tenemos un Sistema Nacional de Salud (SNS) infradotado de personal. Prueba de ello es que desde la noche de los tiempos todos los veranos, ante la menor presencia de personal por vacaciones, se cierran miles de camas y consultas hospitalarias, se suspendan cirugías no preferentes o urgentes, incluso durante este verano en plena ola pandémica y de calor 
(aquí, aquí). Se hace todo esto como si fuera la cosa más natural del mundo pese a que, precipitado por la pandemia, el SNS anda entre el colapso y el casi colapso y su resiliencia está más que comprometida. Sus responsables políticos no son conscientes de la gravedad de la situación. O quizá no quieran serlo pues esto les obligaría a acometer cambios profundos a los que no parecen estar muy dispuestos. 


NO SÓLO EN LOS CENTROS DE SALUD, TAMBIÉN EN LOS HOSPITALES
Pese a que se ha incrementado el personal médico y de enfermería mucho más en atención especializada que en atención primaria tal y como muestran los datos oficiales, esto que se hace todos los veranos evidencia que nuestro SNS está infradotado de personal, no sólo en los centros de salud como es evidente, también en los hospitales. El SNS hace aguas por escasez crónica de personal.






CASI 21.000 FALLECIDOS EN EXCESO EN EL TERCER VERANO PANDÉMICO
Los datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) (aquí) muestran un "exceso" mortalidad por todas las causas de 20.827 fallecidos durante los pasados meses de junio, julio y agosto. El 90% de los fallecidos tenía 75 o más años y 85 o más años el 70%. A fecha de 31 de mayo de 2022, el Ministerio de Sanidad daba una cifra acumulada de 106.493 fallecidos por covid19 (aquí). Tres meses después, a 30 de agosto, la cifra acumulada de fallecidos por covid19 era de 112.600 (aquí). Es decir, entre el 1 de junio y el 30 de agosto han fallecido por covid19 un total de 6.107 personas según cifras oficiales del Ministerio. Para los mismos meses, MoMo atribuye 4.663 fallecidos al calor. La suma de las muertes atribuidas al calor (4.663) más las atribuidas a la covid19 (6.107) resulta en 10.770 fallecidos. Por lo tanto, si del "exceso" de 20.827 fallecidos por todas las causas restamos la suma anterior (10.770) nos queda todavía un "exceso" de mortalidad de 10.057 fallecidos no atribuible ni al calor ni al coronavirus. ¿Cuál es, entonces, la causa de este "exceso" de más de 10.000 fallecimientos no atribuibles ni a la covid19 ni al calor? 



EL BULO: EN VERANO BAJA LA DEMANDA ASISTENCIAL
Existe un bulo que afirma que "en verano baja la demanda asistencial" y esto no es así. Como mucho, se podría aceptar que parte de la demanda cambia de sitio. Lo que en realidad baja es la OFERTA asistencial pública y, probablemente, también la privada. En verano, claro está, hasta la llegada de la pandemia, no había gripe ni nada parecido. La gripe, sí, esa enfermedad que todos los inviernos pone en jaque al sistema sanitario colapsando centros de salud, urgencias hospitalarias y algunas plantas hospitalarias, como si su llegada fuera cada año una reiterada sorpresa para los gestores. Por cierto, que una sola enfermedad produzca esto todos los inviernos en España desde que tenemos memoria es una muestra más de la insuficiencia del sistema en cuanto a personal y camas. Pero la pandemia ha cambiado eso. Ya lo cambió en el verano de 2020 con 7.603 fallecimientos en exceso. Se notó más en el verano de 2021 con 9.631 fallecimientos en exceso. Y quien no lo vea durante este verano de 2022 con 20.827 fallecimientos en exceso (a falta de que transcurra septiembre) es que anda escaso de entendederas. ¿Para qué tenemos un sistema de alerta de detección de exceso de mortalidad como el MoMo (aquí) que ofrece datos prácticamente al día? ¿Nos resbala esta información tan actualizada que nos ofrece? ¿No deberíamos replantearnos alguna cosa? Por ejemplo, ¿es conveniente seguir cerrando como siempre hemos hecho miles de camas en verano (aquí) con la excusa de que "en verano baja la demanda asistencial"? 







¿Cómo es posible tener este verano un "exceso" de mortalidad de más de 10.000 fallecidos no atribuible ni al calor ni a la covid19 y nos traguemos el bulo de que "en verano baja la demanda asistencial"? 
Según las fuentes oficiales referidas, tenemos un "exceso" de mortalidad de 10.057 fallecidos no atribuible ni al calor ni a la covid19 durante los meses de junio, julio y agosto de 2022. A partir de las mismas fuentes, el "exceso" de mortalidad no atribuible ni a la covid19 ni al calor durante los meses de junio, julio y agosto de 2020 y de 2021 fue de 661 y 2.353 fallecidos respectivamente. Mucho ojo, no vaya a ser que estos "excesos" crecientes de mortalidad estival tengan que ver con la disminución de la oferta asistencial pública en unos veranos con mayor demanda asistencial (por coronavirus y calor) en una ya deteriorada oferta asistencial pública por los recortes de la pasada década y las consecuencias de la pandemia sobre el SNS, especialmente en este tercer verano pandémico excepcionalmente caluroso respecto de los previos aunque "fresco", según los expertos, respecto de los que están por venir (aquí). ¿Seguro que "en verano baja la demanda asistencial"? ¿Seguimos dando pábulo al bulo? 



En verano baja la demanda asistencial
  






¿POR QUÉ ESTE EXCESO DE MORTALIDAD?
La combinación de ola pandémica veraniega y las sucesivas de calor, cuyo efecto sinérgico quizá sea más multiplicativo que sumativo, podría explicar mucho del exceso de mortalidad que estamos viendo este verano. Incluso podría ocurrir que el número de fallecidos por covid19 y por calor superara sensiblemente los datos oficiales. Contribuiría a ello el claro infradiagnóstico de casos de covid19 desde que se cambió de estrategia hace pocos meses, especialmente en el caso del fallecimiento de ancianos en domicilio. También podría contribuir el propio MoMo que podría estar infraestimando los fallecimientos por calor pues no parece que se diseñara para veranos tan excepcionalmente calurosos como el que estamos cerrando. Pero, más allá de estas dos hipótesis, lo verdaderamente preocupante es que cada día que pasa se afianza más una tercera. Cada día se refuerza más la sospecha de que la tercera causa indirecta explicativa de tal exceso de mortalidad sería un SNS sobrecargado por una escasez crónica de recursos, intensificada por los recortes de la pasada década y por las exigencias y consecuencias de una pandemia que lo ha puesto de rodillas, ha destapado sus carencias y amenaza con romperlo todavía dos años y medio después. Un SNS que tiene a dos tercios (o menos) de los profesionales de los centros de salud y de las urgencias hospitalarias sobrecargados haciendo malamente el trabajo de la tercera parte ausente por vacaciones en navidades, semana santa y durante los tres meses de verano. Un SNS que, como siempre (cuando la situación no es la de siempre, ni mucho menos), ha de cerrar miles de camas, suspender consultas hospitalarias y cirugías no urgentes por las vacaciones del personal en verano, navidades y semana santa. ¿A alguien se le ocurriría cerrar casi 9.000 camas durante el invierno prepandémico como se han cerrado este verano (aquí)?






MÁS SOBRECARGA EN VERANO QUE EN INVIERNO 
En esta situación, el verano postpandémico ya es peor que el invierno prepandémico en sobrecarga de trabajo para el personal. En atención primaria, la sobrecarga en verano ya era peor que en invierno desde muchos años antes de la pandemia. Pero ahora, una vez que ésta ha arrasado con la atención primaria, el tsunami alcanza a las urgencias hospitalarias en pleno verano. Estos veranos postpandémicos están suponiendo una clara sobrecarga laboral para el personal de los centros de salud, de las urgencias hospitalarias y para algunos servicios hospitalarios (anestesia y UCI, por ejemplo, por motivos evidentes). Eso sí, sin que el invierno postpandémico mejore respecto del prepandémico como hemos podido comprobar en los dos inviernos postpandémicos ya vividos. Veremos qué pasa el próximo invierno. En este tercer invierno postpandémico lo esperable es que covid19 y gripe coincidan o se alternen como ha ocurrido en el invierno australiano (aquí, aquíaquí). Pero claro, los responsables sanitarios dirán que "no se podía saber". Con estos políticos sanitarios nada se puede prever, nada se planifica, todo es imprevisible y sorprendente. Sin embargo, en otros sitios no se les caen los anillos por reconocerlo (aquí).






COMENTARIO FINAL
Estamos pagando el elevado precio de mantener un SNS siempre bajo mínimos en personal y, además, gran parte del mismo precarizado. El sistema está superexigido desde marzo de 2020 pero, en realidad, los superexigidos están siendo sus profesionales. El precio que se ha pagado por llegar a la pandamia con esta infradotación de personal ha sido muy caro, carísimo, en la atención primaria, y lo será en el resto del sistema si no se le dota de suficiente personal. Necesitamos el suficiente personal para que los hospitales no funcionen al ralentí durante tantos meses al año, año tras año, y para que no acabe siendo un infierno el trabajo asistencial en las urgencias hospitalarias y en los centros de salud. Desde 2020, el SNS anda entre el colapso y el casi colapso al vaivén de las olas pandémicas y su resiliencia está más que comprometida (aquí). Quiera verse o no, el sistema ha estado sujeto este verano a un incremento notable de la demanda asistencial por la ola estival de covid19 a la que se ha añadido una sucesión de importantes olas de calor. Sin embargo, sus responsables han actuado como si nada de todo esto fuera previsible, como si no pasara nada, la pandemia hubiera terminado y en verano no hiciera calor, y han reducido la oferta como siempre hicieron durante los veranos prepandémicos. En realidad lo han hecho durante los tres veranos postpandémicos y ya hemos visto cómo ha ido el exceso de mortalidad en los tres últimos veranos. Mucho ojo, no vaya a ser que el burro se nos muera tras aprender a trabajar sin comer, y no sólo en atención primaria (aquí). El problema, más grave todavía, es que el progresivo deterioro del burro sanitario público, moribundo si no muerto ya en atención primaria, puede que tenga que ver con parte importante de este "exceso" de mortalidad estival. Contribuiría el creciente deterioro de la atención primaria con una longitudinalidad que cada vez más brilla por su ausencia, especialmente en verano, y la reducción de la oferta sanitaria por tercer verano postpandémico consecutivo como si fuera la cosa más natural del mundo. En otros sitios, como en el Reino Unido, este deterioro progresivo por tensión continuada del sistema es, precisamente, la sospecha para el Financial Times: "Excess deaths not related to Covid are rising in a system under almost intolerable strain" (aquí). Sin embargo, aquí en España, tanto la prensa general (aquí) como la especializada (aquí) atribuyen este exceso de mortalidad a la relajación de las medidas restrictivas y a la no vacunación, unas explicaciones que producirían risa si no estuviéramos hablando de algo tan serio. En el fondo, la indiferencia ante estos excesos crecientes de mortalidad estival de los últimos tres años es una medida interesante de cuánto estamos dispuestos a engañarnos a nosotros mismos a la hora de reconocer la realidad de nuestro SNS.


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5 comentarios:

  1. Como de costumbre, un placer leer un análisis tan exhaustivo y coherente... Y un dolor saber que se seguirá acusando a los "no vacunados" de lo que sea que pase.... Por mucho que el exceso de mortalidad se debe precisamente en una población vacunada en más del 95%, y con TRES dosis!!!

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  2. No se puede hablar de pospandemia hasta que la OMS lo declare. De ahí que actuar como en pospandemia estando en pandemia traiga consecuencias nefastas para la mortalidad, quizás no para la morbilidad psicológica y para la economía …

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  3. Solo porque se alude a ello, y no por ningún activismo anti- ni pro-, en los que no milito, HAY que recordar un posible factor causal del exceso de mortalidad. No suele aparecer en “los datos”: las muertes debidas a los vacunoides covid.

    Como sabemos, para cuando existe “evidencia científica” en estos espinosos temas (es decir, “datos” veraces de fuentes independientes) suele ser demasiado tarde. Si es que, para entonces, no se ha “olvidado” ya por completo esa posibilidad en los balances de morbimortalidad.

    De momento, la AEMPS ha informado de 452 notificaciones de acontecimientos adversos con desenlace mortal hasta el 10 de julio de 2022. Si consideramos una “generosa” (para las circunstancias condicionadas por la pandemia) horquilla de infranotificación de entre el 1 y el 5%, resulta una estimación de entre 9.000 (NUEVE MIL) y 45.000 (CUARENTA Y CINCO MIL) posibles fallecimientos por vacunoides covid solo en España.

    Por lo demás, hay algo peor que lo políticamente incorrecto. Mucho peor, y lo sufrimos en carnes propias profesionales y usuarios de la sanidad. Cada día, cada verano, cada epidemia y (en consecuencia) cada pandemia. Que no es otra cosa que lo incorrectamente político: problemas que deben abordarse y solucionarse desde el interés sociosanitario de las personas, se convierten en pasto y pelea de supuestos administradores, de gestores diletantes de todo pelaje político, para nuestra crónica hambruna.

    Y mala es la caló, vale. Pero no sabes qué es peor: si la tiranía de ciertos datos o el desaguisado de lo incorrectamente político.

    Gracias.

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  4. La reactividad atmosfèrica derivada de oxidos de nitrogeno y ozonidos proporciona hidracina para inhalaciòn. El calor multiplica la reactividad. El calor multiplica la mortalidad por todas las causas debido a esta exposiciòn a las particulas en suspensiòn y la reactividad química. El ruido de las motos repartidoras, la tonteria de las burbujas con cuatro ruedas y aire acondicionado para combatir la pandemia capitalista de te vendo lo inùtil a treinta euros el frasco. La tonteria consagrada, las tradiciones y costumbres y la mentalidad trumpista facilona y tramposa rebozada de impunidad es la responsable del notable incremento de la mortalidad y la disminuciòn de la esperanza de vida y la perdida de muchos años ajustados por calidad. Siembran dependencia y emplean a sus hijos en atenderla.

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  5. Está claro, que los gobiernos de las Comunidades Autónomas están apostando por debilitar la sanidad pública para favorecer a la privada.

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