Los principales "servidores públicos" la desprecian: altos cargos de la Administración, la Judicatura y el Ejército, diluidos en poco más de dos millones de insignificantes, no han querido nunca saber nada de ella. Hay quienes piensan, equivocadamente, que Platero y yo es un libro "para niños". Del mismo modo, hay quienes tienen muy claro que la atención primaria es una sanidad low cost de bajo nivel "para la gente", no para ellos. Y de tanto pensarlo y de hacer para que ocurra, ha ocurrido: ya tenemos una pobre atención primaria para pobres. Son unas decenas de miles de aporofóbicos sanitarios que se hacen acompañar por una comparsa de dos millones entre los que se camuflan o diluyen.
Pero peor que esto, más demoledor e irreversible, es que más de diez millones de españoles, además de los dos millones y pico de mutualistas, hayan comprado un seguro médico privado para esquivarla. Un seguro médico privado en muchísimos casos fiscalmente incentivado; es decir, pagado con el dinero de todos. Nuestra atención primaria ya no tiene un remedio curativo, sólo paliativo... a la espera del final.
Una y otra vez, los políticos se han servido de ella para arengar en falso y estérilmente a sus profesionales. Pero han destinado el dinero público, el de todos, el que deberían haber destinado a la atención primaria, a financiar todo esto, a financiar su descremado y mantener e incrementar la dualización sanitaria. Es decir, la atención primaria se ha dinamitado desde dentro, desde las propias instituciones públicas. Y la dinamita y el resto de munición se ha pagado con dinero público. Cada vez que los políticos hablaban de la necesidad de "impulsar" la atención primaria, más negra se hacía su noche. Y sí, se "impulsaba" pero hacia las tinieblas, hacia la negrura de su noche.
Durante esta larga y negra noche, y para adaptarse al medio, los médicos de familia tuvieron que aprender a hacer varias cosas a la vez deprisa y corriendo en la consulta. Nunca conocieron la luz del día, ni siquiera la de uno nublado. Desarrollaron sentidos alternativos para poder ejercer en la más completa oscuridad. Como los topos, no son ciegos pero casi. Y como éstos, su olfato (clínico) es espectacular. Si de repente amaneciera y la luz del sol entrara súbitamente en los aposentos de la atención primaria española en forma de dignas condiciones laborales y profesionales, sus médicos de familia se extinguirían al momento como vampiros por la falta de costumbre.
En todo esto ha habido mucha traición, hipocresía, abuso e injusticia, los ingredientes de la corrupción. La tarea del "regulador" institucional político, académico o sanitario, incluso la del "vigilante" periodístico, ha sido más garantizar que los dominados, profesionales y pacientes, aceptaran de buen grado el dominio de las élites aporofóbicas en lugar de rebelarse. Y lo han hecho de modo que, como en la caverna de Platón, lleguen a amar sus propias cadenas y generen anticuerpos contra el cambio del statu quo. Unas cadenas llevadas siempre con resignación conformista en un estado a medio camino entre la indefensión aprendida y el síndrome de Estocolmo. Algunos intentos de cambio se yugulaban siempre con la misma respuesta, "Privatización No", "Privatización No", que a muchos nos sonaba como aquella respuesta de los judíos a Pilatos: "A Barrabás", "A Barrabás".
El pueblo eligió a Barrabás y la auto-organización y el profesionalismo se arrinconaron. Triunfó el acomodamiento de la placita en propiedad como logro para algunos y anhelo para otros. En cualquier caso, y ante la cruda realidad, siempre ha sido posible el anestésico "hacerse el muerto" flotando panza arriba. Y así es cómo tenemos a mucho muerto viviente en atención primaria, auténticos zombis profesionales, adormecidos autómatas arrastrados por la corriente. Y tras muchos años así, los médicos de familia, abúlicos ante la sospecha de un final inminente, parecen inmunes ante cualquier esperanza de un futuro mejor. Catapléjicos ya, ninguna utopía cabe en los sueños de los más veteranos salvo la de una jubilación prematura. El resto, a tiempo parcial o completo, labramos el campo del desencanto y traficamos a diario con la queja.
El profesionalismo se atrofió y todo se pretendió arreglar con la verdad revelada de protocolos y guías verticales en una atención primaria que se reformaba muy "tutorizada" por unas gerencias politizadas bajo un modelo organizativo único y uniforme. ¿Para qué pensar? Ni siquiera en cómo organizarnos. Como si la calidad de la atención clínica fuera independiente de la calidad del modelo organizativo. Ya nos organizarán los "tutores", que para eso están. Como dijo Alfonso Pedrosa, los médicos fuimos expulsados del paraíso de los oficios intelectuales y un ángel guardián con una espada en llamas se encargaba de recordar a la puerta del gerente que sólo éramos meros ejecutores del plan de productividad de una empresa pues en el hacer del médico, el hecho de pesar, dejó de tener valor, ni sentido, ni significación... ya no se nos pagaba por pensar. La pornoatención primaria se hizo carne y ya no nos pagan ni por aplicar protocolos sino por hacer los "clics" en las casillas correctas: el profesionalismo hecho trizas.
Nos hemos equivocado en las reivindicaciones. La atención primaria en España no estaba en riesgo porque sus profesionales no tuvieran suficiente acceso a pruebas diagnósticas, ni porque tuvieran poco tiempo por cada paciente visitado, ni porque la prescripción inducida fuera muy abultada, ni porque la parte del presupuesto sanitario correspondiente se le redujera año tras año, etc. Ni tan siquiera porque el profesionalismo y la autonomía organizativa fueran arrinconados. Estas no eran las causas, no nos equivoquemos, sólo eran consecuencias de la causa necesaria.
La causa necesaria, aquella que si no está presente la enfermedad nunca puede ocurrir, se mantuvo durante décadas fértilmente regada con dinero público. Y en vez de una atención primaria para todos, cimiento del sistema, tenemos una atención primaria escombrera del sistema, prácticamente su cubo de la basura. Evidentemente, ha ocurrido y ocurre por el interés de unos cuantos, los de siempre. Aquellos que nunca deberían tener la posibilidad de decidir sobre el verdadero interés general pues lo confunden con el suyo propio. Y eso que muchos de ellos se consideran "servidores públicos". Curioso comportamiento el de aquellos funcionarios que tras saltar de su alto puesto en la Administración a la bancada del Congreso les da por envilecer y debilitar los servicios públicos, especialmente los que ellos no utilizan. Del deterioro institucional pasamos a la corrupción institucional y ya estamos a punto de inaugurar el crimen organizado en el sector público. Agárrense a sus asientos que vienen curvas, veremos qué nos depara todo ello pues la tormenta perfecta se acerca.
Hola Juan. Una reflexión llena de realismo y pesimismo. Gracias
ResponderEliminarAñadir tan sólo que, la corrupción institucional ,está más que asentada en la administración y lo mismo hay que decir de los políticos, que de nuestros profesionales. Los médicos hemos contribuido a ello, dando más de nosotros mismos en la privada que en la pública, pervirtiendo el acto intelectual, el juramento hipocratico, la ética y la estética. Solo por unos eurillos más. Hemos perdido la senda intelectual y nos hemos perdido.
EliminarMuchas gracias Juan por ésta y por todas tus llamadas a la reflexión y al compromiso por una atención primaria pública y de calidad.
ResponderEliminarSeguro que nuestra atención primaria presenta el color oscuro que describes, pero no creo que sea el único. Quizás merezca la pena indagar dónde, cómo y por qué existen otros colores con profesionales que los hacen posibles, para no dejar de reivindicar los cambios profundos que, sin duda alguna, necesitamos.
Un abrazo
Ánimo Juan, que la educación está más o menos; y la televisión, la ganadería, la agricultura, la justicia, el tren, el clima, el rio Tajo... la sociedad en general, vamos. ¿A que ya estás mejor?.
ResponderEliminarTodo está relacionado, como una red, como decía el jefe indio de la tribu Swamish en 1854.
Lo que pasa es que la vida sigue, a pesar de toda la negrura, y la esperanza. No termino de entender porqué, no tiene lógica muchas veces, pero la vida sigue... seguimos.
Un abrazo
Roberto Colino
Lo que marca la diferencia de este análisis con respecto a otros anteriores que fueron asi mismo catalogados de pesimistas y monocromáticos, es el tiempo. Como en las extinción de los dinosaurios, el tiempo se ha acabado. Para más INRI, ya ni siquiera podremos agarrarnos con seguridad a aquello de que la vida continua. Desde mi colina espero en paz y serenidad las llamas de Roma. Esa paz y serenidad que adquiri siendo médico de AP y sobreviviendo no sin secuelas a la imbecilidad imperante. Aio. Berandu baina horrelako analisiak eskertzen dira
ResponderEliminarLo que marca la diferencia de este análisis con respecto a otros anteriores que fueron asi mismo catalogados de pesimistas y monocromáticos, es el tiempo. Como en las extinción de los dinosaurios, el tiempo se ha acabado. Para más INRI, ya ni siquiera podremos agarrarnos con seguridad a aquello de que la vida continua. Desde mi colina espero en paz y serenidad las llamas de Roma. Esa paz y serenidad que adquiri siendo médico de AP y sobreviviendo no sin secuelas a la imbecilidad imperante. Aio. Berandu baina horrelako analisiak eskertzen dira
ResponderEliminarPesimista y realista , todo cierto. Dos reflexiones mas, siempre los médicos han optado de forma preferente por el hospital, pero últimamente mucho mas, nadie quiere hacer primaria (alguno de vosotros que tenga hijos estudiando medicina les va animar a especializarse en primaria? lo dudo) es ahí donde se demuestra lo negro que nosotros mismos lo vemos. Y dos, hemos pasado de aquella burocratización del sistema anterior a algo muy parecido sin casi limite de pacientes debemos hacer todo el trabajo en cantidad que toque sin que interese la calidad, por que la cantidad debe cubrirse y sino hay sustitutos, mas cantidad y si mas población mas cantidad, y olvídate de hacer cirugía menor, u otras actividades,,,,,Claro todo se empeora mas y menos quieren venir a trabajar a primaria y mas cantidad de trabajo
ResponderEliminarOriginal eso de calificar de aporofobia la persistencia de la Muface, pero más aparente que real : Primero porque la propia inventora del término aporofobia es de Muface como catedratica universitaria y segundo porque entre los afiliados a dichas mutualidades civil, judicial o militar figuran ilustres médicos de Cuerpos defensores de la sanidad pública. Creo más bien que la aparente aporofobia mutualista, visualizable en cuestiones tan absurdas como que a día de hoy sigan utilizando un talonario especial de recetas para acceder a las farmacias, es un simbolo parecido a Franco y su cadaver : un dictador enterrado por la vigente democracia en todo un monumento nacional. Así pues, esperemos que la exhumación y privatización de este cadaver patrio, contribuya al "destete" y privatización de las Mufaces y demás fuentes de aseguramiento privado ....y que quien quiera afiliarse a estas mamandurrias se las pague de su bolsillo
ResponderEliminarEfectivamente Carlosmanuel.Esto sí que es una lacra del mal llamado "regimen del 78".
ResponderEliminarun abrazo Juan
Totalmente de acuerdo, me pregunto porque hemos dejado que suceda, en toda esta historia somos lo actores principales. Yo siempre he echado de menos la falta de unión de nuestro colectivo.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
No es solo una falta de unión (carencia que siempre hemos señalado como propia, pero que me parece un mal generalizado) es que no ha habido bandera a la cual adherirse. Es decir, como ya se ha señalado en textos clarividentes, ha habido una desprofesionalización creciente ("los médicos fuimos expulsados del paraíso de los oficios intelectuales" y lo asumimos-propiciamos- casi sin rechistar), un complejo de inferioridad (una queja continua e improductiva sobre la discriminación frente a otros especialistas, pero que ha servido de buena tapadera de otras vergüenzas) y, especialmente, una falta de liderazgo/ideas, no sé si por desconfianza, por atomización de iniciativas o por conveniencia.
EliminarY tengo la impresión de que la situación es tan cercana a una situación terminal, que muchas de las mejores iniciativas, de las mejores energías, de los mejores profesionales (quizá) se están dedicando a cuestiones que no creo que rescaten la AP. En una forma muy respetable de sobrevivir y mantener una cierta diginidad. Es decir, en una modalidad más elaborada del grito "Privatiación, no", "a Barrabás".
Y eso que las opiniones y criticas son de España, ahora imagine usted señor lector, a Ecuador, que será de los Médicos Familiares?, y la atención primaria?.....
ResponderEliminarEscribo desde Chile
ResponderEliminarEn nuestro país la historia se repite . Una APS jibarizada y escasamente resolutiva . Es la puerta de entrada al sistema sanitario con una amplia cobertura . Nadie en Chile podra decir que no puede acceder al sistema . Eso no . Lo dificil es salir del mismo con la patologia resuelta
Sostengo que es modelo alopatico el que lo permite . Un modelo sanitario centrado en la Medicina Biologica cambiaria el horizonte
El título que le has puesto al artículo es muy significativo. El realismo no es pesimismo, es realismo. Los que no quieren verlo, le llaman pesimismo. Pero una noche oscura es también una experiencia negativa de la que se puede aprender. No he dicho que todo esto vaya a acabar bien, simplemente que prefiero saber donde estoy trabajando y que esta ocurriendo detrás de las mentiras que nos cuentan.
ResponderEliminarJuan, escrevo de Portugal, onde a AP ainda não mergulhou nessa noite tão negra, mas onde identifico alguns factores de risco que aqui descreves: a tendência para cada vez mais portugueses terem seguros de saúde para escapar à AP; o conflito de interesses (quando não corrupção pura) dos governantes que decidem sobre essas matérias; a passividade com que nós, médicos de família, permitimos que «sólo éramos meros ejecutores del plan de productividad de una empresa pues en el hacer del médico, el hecho de pesar, dejó de tener valor, ni sentido, ni significación... ya no se nos pagaba por pensar. La pornoatención primaria se hizo carne y ya no nos pagan ni por aplicar protocolos sino por hacer los "clics" en las casillas correctas: el profesionalismo hecho trizas». Oxalá saibamos em Portugal inverter o sentido por onde caminhamos em direcção a essa noite negra; e oxalá Espanha encontre o seu caminho de volta.
ResponderEliminarCreo que hemos llegado al final, hay que hacer un nuevo modelo, el actual se lo han cargado y los médicos no hemos sabido defenderlo.
ResponderEliminarHola Juan un baño de realidad tu artículo.Algunos o muchos intentamos nadar o flotar y atender enfermos y enfermas con la máxima dignidad posible.Algunos o muchos especialistos nos consideran la infantería mal equipada o no bastante capacitada y olvidan que también hay vida inteligente fuera del hospital.
ResponderEliminarSomos alma de cántaro. "Quan els núvols fan capell pica espart i fes cordell"