La publicación de la auditoría operativa de la concesión de la asistencia integral en el Departamento de Salud de Manises realizada por la Sindicatura de Comptes (2009-2015), señala una mayor eficiencia de gestión de esta fórmula de colaboración pública-privada frente al resto de hospitales comarcales públicos de la Comunidad Valenciana. Ha supuesto un 25% de ahorro en el gasto corriente sanitario público, es decir 42,5 millones de euros anuales. El gasto per cápita del Departamento de Salud de Manises se sitúa en 721 euros por habitante frente a los 894 de los hospitales públicos comarcales. Según los autores del informe estas economías de gestión se deben a una mayor flexibilidad de gestión, más horas anuales trabajadas y menores sueldos en todas las categorías menos en los facultativos.
En el mismo sentido los
resultados provisionales de un estudio sobre la eficiencia técnica de 230
hospitales generales del Sistema Nacional de Salud presentado en el Congreso Nacional de Hospitales apuntan en la misma dirección. Las concesiones
sanitarias, los hospitales privados no lucrativos, así como las empresas
públicas hospitalarias, son más eficientes técnicamente, es decir, transforman
mejor inputs en outputs hospitalarios que los hospitales públicos
tradicionales. En general, la dotación de personalidad jurídica del
hospital, con independencia de su propiedad pública o privada, aumenta la
probabilidad de ser más eficiente técnicamente en aproximadamente un 11% en
relación a los hospitales públicos tradicionales sin personalidad jurídica
propia agrupados en los Servicios de Salud de las comunidades autónomas.
Estos resultados son relevantes
en la medida en que evalúan la utilización de los impuestos que pagan los
ciudadanos, en un país donde la capacidad de evadir fiscalmente y defraudar es
considerada por una parte significativa de nuestras élites como un signo de
inteligencia y saber hacer y no como una forma de robo y degradación moral.
Los resultados no debieran
sorprender. Lo realmente milagroso, en su sentido etimológico de pasmo y
estupefacción, hubiera sido lo contrario, a la vista del deterioro de la
gobernanza de los hospitales públicos en la práctica totalidad de las
comunidades autónomas.
Conviene señalar algunas de sus
patologías prevalentes. Una extensa red clientelar donde la posibilidad de
ocupar un cargo directivo está más en función de la cercanía al poder político
de turno que de las capacidades y competencias de dirección. Un marco de
regulación administrativa y presupuestaria más propia de una dirección general
de la Administración que de una de las organizaciones más complejas existentes.
Y finalmente, pero no menos importante, un marco de regulación laboral y
retributiva, donde se consagra el café para todos y la impunidad en el
desempeño del puesto de trabajo. La vocación, el voluntarismo o el deber ético
de algunos o muchos profesionales se contrapone a la facilidad de algunos o
muchos para ponerse en modo o estado de jubilación latente, mientras observan
cínicamente a los que se esfuerzan en un entorno motivacional hostil y
refractario.
Lamentablemente, la supuesta
alternativa, los hospitales privados y en especial las formas de
concesiones sanitarias que suponen una relación contractual de larga duración
(entre 15 y 30 años) entre la Administración Pública y el sector privado, a
pesar de su mayor eficiencia técnica y de gestión, presentan igualmente
importantes déficits. La eficiencia dinámica de estas formas de colaboración pública-privada vienen determinadas por un complejo conjunto de variables
difíciles de armonizar: transferencia de riesgos, duración de los contratos,
competencia, medida de resultados, incentivos y capacidad de gestión del socio
privado, transparencia, prioridad del interés público y altos estándares
éticos.
En España pocas de estas
exigencias se cumplen. En un informe sobre los procesos de licitación para la
provisión de la sanidad pública, la Comisión Nacional de la Competencia
señalaba en 2013 numerosas deficiencias en la contratación y adjudicación de
estos tipos de colaboración pública-privada fundamentalmente en Madrid y la
Comunidad Valenciana, destacando desde la falta de competencia y concurrencia a
la opacidad de ciertas actuaciones, algunas de las cuales causaron
posteriormente su paralización cautelar por los tribunales de justicia de
Madrid, y, finalmente, la renuncia política al proceso de privatización.
El informe de la Sindicatura de Comptes valenciana anteriormente mencionado también señala graves deficiencias
tanto en relación a la fijación de precios y procedimientos de contratación
como al control de las prestaciones por parte de la Administración. Finalmente
cabe señalar los riesgos de captura del regulador, que se están mostrando, por
ejemplo, en el intento, incluso por vía judicial, de renovar la concesión
sanitaria del hospital de Alzira, a pesar de la decisión política del Gobierno
valenciano de revertirla una vez finalizado su período contractualmente
previsto de duración.
Los modelos concesionales
sanitarios exigen altos estándares de ética pública, transparencia, y
rendimiento de cuentas. Son modelos inadecuados en contextos de deterioro
del capital ético de la sociedad, auge de la corrupción y falta de tradición en
el rendimiento de cuentas. En los procesos de privatización de servicios
sanitarios los procesos judiciales por corrupción y prevaricación, unido al uso
frecuente de las puertas giratorias no son anécdotas sino, al parecer, el bussines
as usual. El sector privado sanitario en España debería reflexionar sobre
la perdida de capital reputacional que conlleva. Y el público también.
La elección entre una sanidad
pública carente de gobernanza y una sanidad privada deficitaria en capital
ético y reputacional apuntada al principio parece, por eso, un dilema
indeseable. Es, sin embargo, también, ante la indiferencia partidaria, un
dilema imposible de eludir en la situación que vive la sanidad española, para
la que no se observan propuestas reales de solución.
Excelente artículo; inmejorable...
ResponderEliminarEnhorabuena
Repu
Artículo muy lúcido, que nos obliga a ser muy cuidadosos en la elaboración de las políticas públicas en salud en Chile, que siguen el modelo sanitario español.
ResponderEliminarMás de andar por casa, pero totalmente de acuerdo en la dicotomía y el déficit moral, y centrado en las recientes noticias madrileñas,
ResponderEliminarhttp://amyts.es/liberalismo-y-bien-comun/