Acaba de
aparecer en el número de octubre de la revista Time una artículo titulado Why Doctors Are Rethinking Breast-Cancer Treatment. En él se
reflexiona sobre los retos actuales que tiene el tratamiento de esta
enfermedad. Textos así permiten recuperar la confianza en los medios de
comunicación entendidos como servicio público en materia de
salud. Aquí lo
tienen traducido por gentileza y con permiso de nogracias
¿Por qué los médicos se están replanteando el tratamiento del cáncer de mama?
Siobhan O'Connor @siobhannyc Oct. 1, 2015
Demasiada
quimio, demasiada radiación y demasiadas mastectomías
“¿Qué pasa si decido simplemente no hacer nada?”
Era una
especie de burla, se quejaba Desiree Basila. No es el tipo de
expresión que, por lo general, sale de la boca de una mujer que acaba
de ser diagnosticada de cáncer de mama. Durante 20 minutos, ella había estado
interrogando a su cirujano de mama. “Sólo una pregunta más,” le dijo a un
médico que parecía cada vez más cansado. Estaba tratando de averiguar qué
podía hacer con el carcinoma intraductal in situ, también conocido como Estadio
0 del cáncer de mama, y ya estaba en su segunda opinión. El primer cirujano
había golpeado una fotografía de su pecho colocada en un visor, señalado
un punto de unos 5 cm de largo y 2,5 cm de ancho y reservado quirófano para
realizar la semana siguiente una mastectomía.
La primera
reacción de Basila tras su diagnóstico debió ser parecida a la que produce
el instinto animal en una presa; sintió como “10.000 ladrillos”
triturándole el tórax cuando se despertó por la mañana. Después de
eso, Basila, que ahora tiene 60 años y enseña ciencia en una escuela secundaria
de San Francisco, hizo un poco de investigación. Se enteró de que había un
montón de dudas acerca de la progresión de un carcinoma intraductal in
situ, que no es un cáncer invasivo, que está confinado a los conductos de la
leche y que es la etapa más temprana del cáncer de mama. También aprendió que
había desacuerdos sobre cómo tratarlo.
Sabía que no
estaba preparada para tener uno o ambos de sus pechos amputados. Y ella no
estaba segura de querer tampoco una lumpectomía (se extirpa el tumor y parte
del tejido circundante). Es por eso que cuando el Dr. Shelley Hwang, un
cirujano de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), le recomendó
la lumpectomía, la frustración de Basila aumentó. Tenía su abrigo en la mano y
estaba a punto de salir por la puerta cuando ella le dijo lo que le pedía
el cuerpo. Y cuando lo hizo, Hwang le contestó: “Bueno, algunas
mujeres están eligiendo hacer eso.”
Basila se
sentó de nuevo e hizo una elección en contra de lo que todos los humanos
parecen estar programados para hacer: no hacer nada frente a un diagnóstico de
cáncer.
Bueno, no
“nada”, exactamente. Ella comenzaría a tomar un medicamento llamado
tamoxifeno que bloquea los estrógenos, unas hormonas capaces de hacer crecer el
tumor, y participaría en un ensayo clínico de vigilancia activa: dos
visitas al año, con mamografías alternando con resonancias magnéticas. Mientras
no hubiera cambios preocupantes, Basila se salvaría de sufrir el arsenal típico
utilizado en el tratamiento del cáncer de mama: cirugía, radiación y
quimioterapia.
Esa
conversación tuvo lugar hace ocho años. Y si suena hoy radical, era poco menos
que una herejía en aquel entonces. Esto fue antes de la que la U.S. Preventive
Services Task Force dijera en 2009 que las mujeres debían comenzar a hacerse
las mamografías de cribado a los 50, sustituyendo la recomendación previa de
hacerlo a los 40, porque había pruebas suficientes de que el cribado a una
edad más temprana hacía más mal que bien. Fue antes de que una
investigación mostrara que para algunas mujeres con Estadios 1 y 2 de cáncer de
mama, el beneficio en términos de supervivencia absoluta tras una doble
mastectomía preventiva, era menor del 1%, tras 20 años. Fue antes de que un
artículo demostrara que no importaba cómo se trata a una mujer con un carcinoma
intraductal in situ porque su mortalidad era del 3%, similar a la media de la
población general. Y antes de que se supiera que algunas mujeres con cáncer de
mama en estadios tempranos no se beneficiaban de la quimioterapia y podían evitarla.
En otras
palabras, que la conversación tuvo lugar antes de que los médicos y los
pacientes se enfrentaran a la evidencia de que en los EE.UU., muchas mujeres
con cáncer de mama estaban siendo masivamente sobretratadas. Gracias a los
avances en las pruebas de genómica y un conocimiento más profundo sobre la
biología de los diferentes tipos de cáncer de mama, los médicos están
aprendiendo que una estrategia única para todos los cánceres de mama no
funciona. También están aprendiendo que toda mujer lleva con ella un perfil
único de riesgo biológico, así como una aversión por el riesgo muy personal.
Eso significa que, si bien algunas mujeres requieren tratamiento urgente y
agresivo, hay muchos casos en los que se puede reducir la velocidad y adoptar
un enfoque más conservador.
Ahora mismo
los médicos que están en la vanguardia del tratamiento de cáncer de mama, están
pidiendo un cambio significativo en la forma en que los médicos tratan y
hablan de una enfermedad que va desde unos pocos milímetros de células de
aspecto sospechoso en los conductos de la leche a grandes masas invasoras
encontradas fuera de ellos. Eso es lo que hace que las conversaciones
entre una mujer y su médico especialista en cáncer de mama sean cada vez más
difíciles, pero también más fructíferas.
Debido a que
hemos avanzado tanto en la detección del cáncer de mama, todos estos nuevos
datos sugieren que puede haber mejores maneras de tratar algunos tipos de
cáncer de mama, especialmente los que están en las primeras etapas. También
tenemos más pruebas de que los tratamientos agresivos, diseñados para salvar
vidas de mujeres, pueden tener consecuencias imprevistas, a veces,
devastadoras.
Llámalo
daños colaterales. Son las múltiples cirugías tras una mastectomía y las
posibles infecciones asociadas; la radiación que no siempre mejora la
supervivencia y el riesgo de cáncer que puede venir asociado a élla; la
quimioterapia a veces innecesaria y sus efectos secundarios potencialmente muy
debilitantes. Para algunos expertos, estos daños colaterales son cada vez más
difíciles de justificar.
Ahora un
pequeño pero influyente grupo de líderes clínicos, está clamando por
un cambio radical en la manera como los médicos se enfrentan a la
enfermedad. “Como cirujano, decir que no deberíamos estar operando tanto como
hacemos es verdaderamente difícil”, dice el Dr. Mehra Golshan, un oncólogo
quirúrgico del Dana-Farber/Brigham and Women’s Cancer Center. “Y eso es lo que
estoy diciendo.”
La medicina
es lenta en sus movimientos y eso es especialmente cierto con el cáncer de
mama. Los médicos tienen que enfrentarse no sólo a los nuevos datos sino
también a una opinión pública con convicciones sobre el cáncer de mama muy
interiorizadas, gracias al trabajo de políticos y grupos de pacientes que han
estado trasmitiendo posiciones muy tajantes durante décadas sobre la mejor
manera de detectar y tratar el cáncer de mama. Estas medidas se pusieron en
marcha por una buena razón, por supuesto, ya que los expertos en ese momento
creían que iban a salvar vidas. Pero en realidad no lo ha hecho, o, al menos,
no tanto como se esperaba.
Este año,
más de 40.000 mujeres en los EE.UU. morirán de cáncer de mama. Esta cifra es la
misma, más o menos, que la del año pasado, y los 13 años anteriores. Al mismo
tiempo, el miedo a la enfermedad ha llevado a muchos a sobrestimar el riesgo
que representa. La probabilidad de que una mujer muera de cáncer de mama es del
3%, y ha sido así desde la primera década del año 2000, cuando un informe
demostró que la terapia de reemplazo hormonal (TRH), que las mujeres tomaban
durante la menopausia, tenía entre sus efectos secundarios el desarrollo
del cáncer de mama. Una vez que la TRH dejó de recomendarse, el número de
muertes se redujo, y se ha mantenido prácticamente sin cambios desde entonces.
“Escucho a
la gente decir que la medicina es tan importante que no podemos ser demasiado
rápidos en los cambios; y yo diría lo contrario: porque es tan importante,
tenemos que innovar con más rapidez”, dice la doctora Laura Esserman, una
cirujano y directora de la Carol Franc Buck Breast Care Center en la UCSF. “Si
lo estuviéramos haciendo tan bien que nadie estuviera muriendo, estaría de
acuerdo en que no es necesario cambiar. Pero a los pacientes no les gustan las
opciones de tratamiento, y a los médicos no les gustan los resultados”.
Esserman y
Hwang, ahora jefe de cirugía de mama en Duke University y en el Duke
Cancer Institute de North Carolina, están liderando una serie de estudios
que esperan puedan rellenar algunos de los vacíos de conocimiento existentes y
que puedan hacer cambiar una batalla nada fácil. El carcinoma intraductal
in situ representa en la actualidad alrededor del 20% al 25% de los cánceres de
mama diagnosticados mediante el cribado. Antes de la puesta en marcha de los
cribados, en la década de los 80, representaba el 3%.
“Nuestros
dos mayores desafíos”, dice el doctor Eric Winer, director de oncología de mama
en Dana-Farber, “son averiguar los mejores tratamientos para las 40.000 mujeres
que mueren de cáncer de mama cada año en EE.UU, y al mismo tiempo,
averiguar quién, en el otro extremo del espectro, está siendo expuesta a una
toxicidad innecesaria”.
Si tan sólo
los médicos pudieran ponerse de acuerdo sobre la manera de hacer esto. Todo el
mundo dice que cirujanos y radiólogos necesitan saber más sobre cómo hacer menos.
Pero los médicos no quieren ser responsables de que la paciente que no se trata
de manera agresiva muera en su manos. Ahí es donde los dos bandos están
divididos: motivados por lo mismo, algunos están trabajando para encontrar
más pruebas de que la enfermedad se puede tratar responsablemente de otra
manera, mientras que otros dicen que es demasiado arriesgado cambiar sin
pruebas suficientes.
Estaba aceptado
que los tumores crecían a un ritmo constante. Una vez que llegaban a ser lo
suficientemente grandes, se propagaban y cuando se propagaban teníamos
problemas. Este fue el razonamiento detrás del eslogan “la detección temprana
salva vidas” y de hecho, ayudó a salvar algunas vidas. Pero ahora los
expertos saben que muchos cánceres de mama son, en términos médicos,
“indolentes”, de crecimiento lento, tumores que no pueden causar síntomas, y
menos, acelerar la muerte de una mujer. También saben que hay un pequeño
número de cánceres de mama que progresan muy rápidamente, a veces incluso antes
de que se detecten. Están trabajando para averiguar cuáles son cuáles y qué
hacer mientras tanto.
“Muchos
médicos todavía piensan que cualquier cáncer de mama es debido o a un
fracaso de una paciente que no se hizo una mamografía o a un fracaso de un
médico que no lo detectó”, dice el doctor Otis Brawley, director médico de
la American Cancer Society. “Pero si nos fijamos en la ciencia, la cosa no
está tan clara.”
De hecho, la
directriz de 2009 que recomendaba que las mujeres comenzaran el cribado a los
50, causó un gran revuelo nacional, y sigue siendo controvertida hoy en día, a
pesar del hecho de que cuando las mamografías se hacían antes, la reducción de
las muertes no coincidía con lo que se esperaba.
El
cribado pone a médicos y pacientes ante un dilema moderno. Si usted tiene
mejor tecnología para detectar algo, sin duda va a encontrar más casos de lo
mismo. Un doctor lo expone de esta manera: En una tragedia junto a la playa, un
tiburón ataca a un nadador y el nadador muere. En el pasado, se habría sido
visto, tal vez, como un extraño accidente. Pero hoy podemos hacer volar robots
con cámaras y sensores que pueden patrullar las aguas. Cuando lo hacemos, vemos
que la zona está llena de criaturas que también pueden tener apetito por los
seres humanos, a pesar de que no podemos estar seguros, ¿Qué hacemos? ¿Cerramos
la playa?
Nadie
sugiere que las mujeres deban dejar de hacerse mamografías. Pero los expertos
creen que es importante ser honestos acerca de que es una tecnología
imperfecta. “Las mamografías están aquí para quedarse”, dice Hwang, que tiene
en la actualidad cerca de 20 pacientes que han optado por hacer una vigilancia
activa en lugar de la cirugía y los tratamientos que siguen. “No es la
“búsqueda de más” lo que tenemos que trabajar. Es lo que vamos a hacer con todo
“lo de más” que nos encontraremos”
Esto es lo
que está quitando el sueño a los oncólogos. Eso, y la creciente preocupación de
que con todos los cánceres de mama tratados agresivamente, algunas pacientes
sufren lesiones. Con el cáncer de mama, la carga de la prueba para no hacer
algo es mayor que para actuar. Y cuando los médicos se desvían de lo que se
llama el estándar de cuidado pueden enfrentarse a demandas por negligencia.
Algunos
expertos señalan que con otras enfermedades las aseguradoras serían los malos
de la película, negando el pago de tratamientos que pueden ser innecesarios.
Pero con el cáncer de mama, es lo contrario: las aseguradoras son
inflexibles y solo pagan por las terapias aprobadas, siempre y cuando estén en
consonancia con las directrices publicadas. Dado que las directrices para el
cáncer de mama tienden a estar sesgadas hacia el lado de la precaución, esto
significa que, independientemente de la etapa de su enfermedad o de su
pronóstico, una mujer puede tener un seguro que cubra solo la mastectomía y la
reconstrucción.
“No hay
control sobre lo que es un tratamiento razonable para un resultado esperado”,
dice Hwang. “si vamos a aceptar que todos, incluso los que tienen solo una
probabilidad del 1% de mejora de la mortalidad, deben obtener un
tratamiento que no es biológicamente una buena manera de abordar el problema.
También es increíblemente caro”.
El aumento
del número de mujeres que optan por una mastectomía contralateral profiláctica
-que no mejora la supervivencia de la mayoría de los pacientes- es una
preocupación para un gran número de cirujanos, ya que no es una indicación
clínica clara (una excepción son las mujeres con raras mutaciones BRCA1 y 2,
que aumentan en gran medida la probabilidad de desarrollar cáncer de mama y de
ovario de una mujer. Por eso es que Angelina Jolie se realizó el famoso
procedimiento y por lo qué los médicos siguen recomendando la cirugía en estos
casos.)
“Estamos
hablando de una cirugía mayor”, dice Hwang. “Puede implicar revisiones, dolor
prolongado, hernias. Creo que la mejor manera de entenderlo es diciendo que
puede requerir cirugías para el resto de la vida. Algunas pequeñas, otras
grandes. Pero no es que se haya terminado y usted pueda olvidarse. Simplemente
no funciona de esa manera”.
Hay efectos
psicológicos para algunas mujeres. Algunas mujeres dicen que luchan con
sentimientos contradictorios alrededor de la feminidad y la sexualidad después
de la cirugía. Algunas de las que se han intervenido manteniendo el pezón se
preguntan cuando volverá la sensación. (La respuesta es, a menudo, nunca más.)
¡La cirugía representa también un mayor riesgo de depresión!.
“No es mi
trabajo decir que la decisión es incorrecta”, dice el cirujano de mama Golshan,
“pero me preocupa que a las pacientes no se les advierta adecuadamente y sean
plenamente conscientes de los riesgos potenciales”. Las mujeres pueden ver los
resultados finales en imágenes, y parece maravilloso. Pero la gran mayoría
de las reconstrucciones requieren múltiples etapas de revisión.
El cáncer
tiene un problema con el lenguaje no solo cuando se habla de una guerra.
También está el problema de la palabra misma. Una mujer de 57 años de edad, con
cáncer intraductal in situ de bajo grado, que es casi seguro que nunca se
convertirá en invasor, oye la misma palabra que la mujer de 34 años de edad,
quien tiene tumores malignos metastásicos que probablemente la matarán. Eso es
confuso para las pacientes y las condicionan a tratar cada diagnóstico de
cáncer como una emergencia, en un mundo que todavía reacciona contra el cáncer
como si fuera el principio del fin y en una cultura donde se evita hablar de la
muerte hasta que no queda otro remedio.
“Creemos que
esa palabra significa lo más agresivo”, dice Basila, recordando el shock que
sufrió cuando supo que tenía un carcinoma intraductal. “No estoy diciendo que
los médicos deban endulzarlo. Pero tenemos que tener la perspectiva de que
muchas veces podemos darnos el lujo de no ver el cáncer como una sentencia de
muerte. Eso es difícil de conseguir en una hora, y mucho menos en una cita de
10 minutos”
El Dr.
Steven J. Katz, profesor de la Universidad de Michigan, que estudia
la toma de decisiones de médicos y pacientes, señala que la gran mayoría
de las mujeres se sienten saludables cuando son diagnosticadas. Y con la
mayoría de las mujeres diagnosticadas en edades entre 55 a 64, su propia
mortalidad no ocupa, por una buena razón, la mayor parte de sus pensamientos.
Pero ahora, inevitablemente, se lo tienen que plantear. Esto no es una
conversación fácil de tener. “Estaban bien y ahora les dicen que están
enfermas”, dice Katz. “Y entonces se les trasmite que tendrán que llegar a
sentirse muy enfermas para mejorar.”
Hablen con
las mujeres acerca del asunto y oirán cosas como: “.. Yo, literalmente, entré
en shock” “Estaba ciega” “Tenía una especie de vértigo”. Usted también puede
oír: “Realmente no me acuerdo de lo hablamos, pero recuerdo que el reloj
marcaba las 4:01″.
“Esta es una
situación difícil para poder tomar una decisión que cambia la vida, y la
mayoría de las mujeres toman esa decisión en cuestión de días o semanas tras
diagnóstico”, dice Katz. “No es la manera correcta de hacer las cosas,” dice
Esserman de UCSF. “Ha llegado el momento de preguntarse, ¿Qué pasa si no hago
nada de inmediato” La parte “inmediato” de la cuestión es importante. “No
dejemos que el pánico decida. No hay evidencias para apoyar que es
necesario estar operada en dos semanas”.
La
investigación de Katz ha demostrado que hay un instinto natural en los
pacientes, cuando se enfrentan con la palabra cáncer: externalizar la decisión
en sus médicos. Es por eso que para su médico, lo que usted dice y cómo lo
dice, importa enormemente. Muchas mujeres necesitan hacer todo lo que se pueda
hacer y hacerlo lo más rápidamente posible para comenzar a sentirse bien de
nuevo. Eso puede ser difícil cuando el intento por parte de una paciente por
volver a la normalidad lo antes posible está en desacuerdo con la ciencia.
Algunas
nuevas herramientas están empujando el campo hacia adelante, aunque no son perfectas.
Una prueba genómica llamado Oncotype DX, por ejemplo, puede ayudar a los
médicos a determinar si algunas pacientes responderán o no a la quimioterapia.
Era parte de un estudio de referencia, publicado en el New England Journal of
Medicine de septiembre, que mostraba que algunas mujeres con enfermedad en
estadio temprano podrían ser tratadas con terapia hormonal sola.
Otra prueba
genética, el Oncotype DX CDIS, puede ayudar a indicar si el carcinoma
ductal in situ es de bajo, intermedio o alto riesgo de recurrencia, lo que
ayuda a informar si una mujer necesita radioterapia después de una lumpectomía.
Y aunque todavía no hay diagnósticos que digan con precisión quién es una buena
candidata para la vigilancia activa, los médicos que se asocian con sus
pacientes para dicho plan dicen que lo hacen con prudencia.
Muchos en el
campo todavía no piensan que haya suficientes evidencias para apoyar la
vigilancia activa para cualquier persona, ya que el método no ha sido probado
en un ensayo estándar prospectivo aleatorizado. Esto es algo que Hwang y
Esserman esperan abordar en los EE.UU.
Hwang fue
galardonada con $ 1,8 millones en septiembre por haber realizado un estudio
retrospectivo comparando la vigilancia activa con la atención estándar, y
ahora está esperando tener luz verde para hacer un estudio
prospectivo.
Esserman
está creando un registro de tumores intraductales in situ en las cinco
Universidad de California. A las mujeres diagnosticadas con carcinoma ductal in
situ en cualquiera de sus centros sanitarios asociados se le ofrecerán varias
opciones, incluyendo una vigilancia activa y realizar un seguimiento en el
tiempo. La esperanza: que los datos redefinan la comprensión de los
médicos acerca de qué es un carcinoma ductal in situ, quiénes van a desarrollar
un cáncer de mama invasivo y quiénes no.
Esserman
también ha puesto en marcha el estudio WISDOM, que selecciona aleatoriamente a
las mujeres, hacía el cribado anual o hacia un enfoque de selección más
personalizado. “Vamos a aprender con el tiempo qué funciona”, dice Esserman.
“Qué maravilloso sería si pudiéramos aprender a hacer menos con las
mujeres”
En el Reino
Unido, -donde las mastectomías profilácticas bilaterales rara vez se
realizan, a menos que un paciente tenga un defecto genético o un muy alto
riesgo de cáncer de mama invasivo-, se está realizando una investigación
novedosa: un estudio controlado aleatorio prospectivo llamado LORIS, que
durará 10 años, financiado por el National Institute for Health
Research del Reino Unido, que incluirá unas 900 mujeres. La mitad recibirá la
atención estándar y la otra mitad será monitorizada activamente.
“Mi opinión
personal es que ya hemos gastado suficiente tiempo discutiendo sobre el
cribado; ahora se debe abordar la cuestión a través de ensayos clínicos bien
diseñados” dice el Dr. Adele Francis, un cirujano de mama en el Hospital
Universitario de Birmingham y el principal investigador del estudio LORIS.
Algunos expertos dudan que este ensayo clínico pueda realizarse en los EE.UU.,
dada la aversión al riesgo que ha definida el campo históricamente.
Hay otra
pieza importante del rompecabezas: las mujeres diagnósticadas. “El cambio en la
medicina viene de los pacientes”, dice Esserman. “A mis pacientes no les gustan
las opciones que tenemos. Por eso digo, obtengamos datos. Encontremos opciones
para que las pacientes puedan explorarlas con nosotros”.
Para algunas
mujeres, como Basila, eso ya pasó. Y al igual que algunas mujeres optan por un
enfoque “no cuenten conmigo para tomar decisiones” para otras, lo opuesto es lo
más apropiado. Al igual que con todas las decisiones difíciles que tenemos que
hacer en relación con nuestra salud, todo se reduce al cálculo imposible
de con qué nivel de incertidumbre puedo vivir.
“Lo que
estoy haciendo no es infalible”, dice Basila. “Yo sé eso. También sé que la
vida es finita y que la muerte es inevitable. Para mí todo se reduce a la
calidad de la vida con la que quiero vivir. No quiero estar cansada y de mal
humor si puedo evitarlo. Y pase lo que pase, creo que realmente nos
dañamos a nosotras mismas cuando tratamos solo no estar muertas”.
Cuanta confusión....
ResponderEliminarAlguna paciente no es conocida por haber optado por el enfoque que le ofrecía la Nueva Medicina Germánica...otra optó en su día por no hacer nada y esperar la evolución....otra finalmente acudió a consulta cuando apreció un bultoma como una nuez en su mama izquierda.....
Hay estudios feacientes que nos informan de la progresión inicial metástasica ya en estadíos iniciales y que dará o no su frutos en unos años...
Otros estudios nos hablan que el mejor método de prevención del cáncer en la mujer son los exámenes periódicos,las citologias tan úultimamente cuestionadas.
En cualquier caso prima el derecho de elección...pero por favor que lo dejen bien firmado.
Fe de erratas: fehacientes
ResponderEliminarSorry