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domingo, 29 de septiembre de 2024

¿Es posible estar en el 2% de la élite científica mundial siendo médico rural y español? Sí. Y tú también puedes, por Juan Gérvas

Avanza la ciencia ¿a saltos, o continuadamente?
Dicen algunos, y es teoría predominante, que la ciencia avanza progresivamente, poco a poco, sumando conocimientos y descubrimientos en forma titubeante a partir de un conjunto de científicos bien preparados que trabajan en equipo. Digo yo, y es teoría minoritaria, que la ciencia avanza a saltos, bruscamente, con ideas discrepantes y vibrantes que brotan de forma inexplicable en mentes preparadas que trabajan en soledad o en equipo, nuevas ideas que logran destronar las previamente aceptadas (sobre todo cuando mueren los científicos que las sostenían).

Juventud divino tesoro
Dicen algunos que las nuevas ideas solo surgen en mentes jóvenes. Digo yo que las nuevas ideas brotan a cualquier edad, en quien las trabaja, en quien se prepara y se pregunta constantemente, en quien no acepta por respuesta el “es así”, o “lo dice la ciencia”.


La vida es muy corta, sí (pero puede ser muy ancha)
Dicen algunos que la vida es corta. Digo yo que la vida es larga, pues, siendo corta, puedes ensancharla y ahondarla hasta reventar los límites.


Escribe, ¡maldito, escribe!
Dicen que escribir en España es llorar. Digo yo que lloré la muerte de mi madre por muchas cosas, también porque, habiendo ya muerto mi padre, con ella se acababa el público lector español de mis publicaciones, pues sólo me quedaba mi esposa, colega y frecuente coautora. Pero me equivoqué, pues, antes y después de su muerte, hubo miles de lectores apasionados, incluyendo amigos y colegas, pero también desconocidos, que disfrutaban con mis ideas discrepantes, con mi visión desde fuera del rebaño, con mis textos fáciles de comprender y de rebatir, con mis ideas y trabajos de persona y médico asilvestrado y no domado.


El sentido de la vida, si alguno
Digo yo que todavía recuerdo las amargas lágrimas que rodaron con frecuencia en mi adolescencia por no querer integrarme en el mundo que empezaba a adivinar, cruel e injusto. Recuerdo a mis padres preguntándome por la razón de mi lloro, y acompañando mi desazón con sus abrazos, incapaces de encontrar razones convincentes más allá de dar argumentos genéricos y solidarios para vivir esperando un futuro que ellos mismos no habían logrado. Ingresé en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid con 16 años, y aquellas lágrimas se transformaron en rabia cuando leí el primer “informe FOESSA” (impulsado por Cáritas Española para conocer la situación social de España), publicado en 1966, cuando ya había cumplido los 17.


Medicina, ¿para qué?
Decidí que el aprender tenía que ser para entender y modificar ese mundo cruel e injusto a través de mi profesión. Un mundo con una sociedad enferma que margina a quien discrepa y que enferma a la población con la pobreza, con la falta de democracia y con el afán de lucro (codicia) de los ricos. Así, con ayuda de mi entonces novia (Mercedes Pérez-Fernández) y después esposa y colega, estudié a fondo en la facultad, leyendo libros y revistas médicas y no médicas, siempre con dos comunes lemas, el “primero no hacer daño” y el segundo “el médico que solo medicina sabe ni medicina sabe”.


La vida en su esplendor
Fui lector incansable, también de ensayos y novelas y de revistas de disidencia, como “La Codorniz” (después “Hermano Lobo”), “Triunfo”, “Cuadernos para el diálogo”, “El Ciervo” y otras. Leía todo, incluso las hojas parroquiales y los textos de “Bandera Roja”, por supuesto, pese a rechazar la enseñanza oficial católica y la estalinista. También impregnó, e impregna, mi vida el arte en todas sus variantes, incluyendo la poesía y el cine (en versión original), y el deporte (por el disfrute, de la montaña al mar).


José Jiménez Lozano
En el círculo de aquella primera juventud estuvieron también personas como José Jiménez Lozano, escritor y pensador ligado al periódico “El Norte de Castilla”, que años después, en 2002, recibió el Premio Miguel de Cervantes. Su casa, en un pueblo vallisoletano, Alcazarén, nos acogió más de una vez en tertulia inimaginable entre estudiantes que aprendían (Mercedes y yo) y un verdadero sabio, que por serlo no lo exhibía. Como somos perdedores de largo recorrido, también somos amigos para siempre, y lo seguimos visitando, hasta incluso ya jubilados nosotros. Su muerte en 2020 segó la relación, no su beneficioso influjo.


Ricardo Urgell
Aprendí pronto, a instancia de un profesor de medicina interna (Ricardo Urgell, también médico de APD, asistencia pública domiciliaria), que escribir ayuda a pensar y a madurar ideas. Lo probé con un trabajo publicado siendo estudiante sobre una paciente con dermatomiositis. Años después, justo al terminar la carrera, Ricardo Urgell me diagnosticó y trató una tuberculosis pulmonar grave (que, por primera vez, me hizo sentir la muerte en los talones).


Publica, que algo queda
En la academia, en el mundo universitario y de organizaciones de investigación, es clave publicar por el hecho en sí de difundir conocimientos y hallazgos y por el impacto en la propia carrera científica. Este publicar por el propio interés, para ser citado por otros y “tener impacto”, no por la mejora de la ciencia, es el “publica o muere”, que ha terminado pudriendo todo, hasta calcularse que se despilfarra el 85% del total del presupuesto mundial en investigación (y es así desde hace más de 25 años). Por ejemplo, en el cáncer y otros campos en que uno se pregunta cómo no mejoran más las cosas dado el dinero que se invierte.


Publicar sí, pero no por “hacer carrera”
Digo yo, y puedo decirlo con sano orgullo, que nosotros (Mercedes y yo) nunca hemos publicado por “tener impacto”, “hacer carrera”, y que siempre hemos pensado que tendríamos poco impacto al publicar textos tan fuera del rebaño, tan a contracorriente, tan distintos, tan discrepantes. Por ejemplo, sobre las mamografías, en el cribado del cáncer de mama, una actividad que si fuera un medicamento ya se habría eliminado, por sus daños sin beneficios.


El típico ninguneo español, ahora la “cancelación” universal
Es esperable que demos (Mercedes y yo) vómitos a los “bienpensantes”, a la gente del Régimen Ortodoxo del pensamiento único, a “los políticamente correctos” (ahora “woke”) y que nos hayan ignorado en España, que nos hayan ninguneado y que hayan buscado nuestra desaparición, nuestra “cancelación” (si no física, al menos intelectual y científica). Por ejemplo, incluyéndonos en listas internacionales de “personas a no citar, ni con las que discrepar”. Por ejemplo, bloqueando una entrada sobre mi persona en la Wikipedia en español.


La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!
Digo yo que uno es más torpe de lo que se cree, pues nunca hubiera pensado que los datos del año 2022 de la Universidad de Stanford, de California (Estados Unidos), demuestren que estoy, como Juan Gérvas, ¡como Equipo CESCA!, entre el 2% más citado de 8 millones de científicos de todos las áreas, de todo el mundo, de todas las universidades, el 2% más influyente, el 2% con “más impacto”, la élite científica mundial “más citada”.


No hay barreras que no se puedan saltar
El dato demuestra que las ideas innovadoras y discrepantes tienen difusión y espacio, que hay científicos, investigadores y pensadores que se atreven a explorar mundos alternativos y vibrantes. Si no en España, sí en el resto del mundo.


Y hasta hoy, incombustible e indomable
Digo yo que esto no es un éxito personal, ni de pareja (por más que “codo a codo seamos más que dos”) sino colectivo, de tantos miles y miles que han estado al lado apoyándonos desde los tiempos iniciales, en los setenta y ochenta del pasado siglo, de lucha contra la brutalidad pediátrica de recomendar “dormir boca abajo” (que conllevó más de 50.000 bebés sanos muertos, algo por lo que nunca han perdido perdón los pediatras).

Y hasta hoy, por ejemplo, promoviendo el uso correcto de medicamentos para el Alzheimer (no utilizar ninguno), la seguridad del paciente (hacer el 100% de lo que hay que hacer y no hacer el 100% de lo que no hay que hacer) y la longitudinalidad en atención primaria (tener un médico de cabecera para toda la vida).

Esa longitudinalidad es clave, pues se evitan cascadas diagnósticas y terapéuticas peligrosas y, por ejemplo, el mantener al mismo médico de cabecera durante años en los pacientes con Alzheimer y otras demencias, se asocia a mejor prescripción de medicamentos y mejor calidad de vida, menos daños (delirio, incontinencia) y menos visitas a urgencias hospitalarias.

En general, tener un médico de cabecera conocido, «de toda la vida», se asocia a mayor esperanza de vida y menor uso de las urgencias y de las hospitalizaciones.


Bien acompañados
No hemos estado solos sino bien acompañados.

Somos producto de un impulso que nos arrastra y hay que empezar reconociendo el acompañamiento de la familia en todos sus grados, así como amigos (una verdadera “familia escogida”).

Fundamentales, compañeros y profesores que nos enseñaron de 1965 a 1971 en la Facultad de Medicina de Valladolid, (en especial la Academia de Alumnos Internos, y Antonio Pérez Casas y Esperanza Bengoechea, de Anatomía); nos premiaron con 14 matrículas de honor a Mercedes y 21 a mí.

En Anatomía, el inicio de la investigación básica en neuroquímica y la tesis doctoral en Valladolid, y luego en la Facultad de Medicina de la Autónoma de Madrid y el hospital La Paz, con José Manuel Rodríguez Delgado, y después en el Hospital Ramón y Cajal con Justo García de Yébenes y María Ángeles Mena Gómez.

También profesionales y pacientes desde 1974 a 2010, en el Consultorio de la c/ García de Paredes (Madrid) (1974-1980), en el Consultorio y Centro de Salud de la c/ General Moscardó (Madrid) (1980-2000), y de 2000 a 2010 médico rural, centro de salud de Buitrago de Lozoya (Madrid), destino en Canencia de la Sierra, Garganta de los Montes y El Cuadrón, en el Centro de Salud de Buitrago del Lozoya (Madrid).


Equipo CESCA, Johns Hopkins, REAP, SIAP, NoGracias, etc.
Desde 1980 hasta la actualidad con el Equipo CESCA, grupo amateur multiprofesional de atención primaria, independiente, de docencia e investigación. Este grupo ha sido clave en nuestro trabajar, investigar y publicar con ciencia, conciencia y coraje. Un oasis en el desierto científico español y una isla paradisíaca en el mar de la ignorancia.

Desde 1984 hasta 2010, a través de una Beca Fulbright, con Bárbara Starfield en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos.

Desde aquellos tiempos, en el análisis de la teoría y la práctica del sistema sanitario, con economistas de la salud y salubristas, entre ellos Vicente Ortún y Andreu Segura, y con médicos generales y de familia, y otros profesionales sociosanitarios que no nombro, para no olvidar a ninguno.

Desde 1987 hasta la actualidad, con la Red Española de Atención Primaria (REAP), grupo multidisciplinar de investigación en atención primaria.

Desde 1990 hasta 2020, con la Escuela Nacional de Sanidad, de la mano de José Manuel Freire sobre salud internacional y atención primaria.

Desde 2005 hasta la actualidad, con los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP), donde se aprende todo lo que no enseñan ni en la facultad ni en la residencia y que es imprescindible para trabajar en la clínica con ciencia y ética. Los SIAP se han celebrado en 55 ocasiones durante los casi 20 años de su existencia- el primero, en la OMC, Organización Médica Colegial, Madrid- básicamente en dicha sede pero también en Barcelona, Bilbao, Granada, Lleida, Losar de la Vera, Maó, Murcia, Oviedo, Toledo, Valencia y Zaragoza (España) y en otras ciudades del mundo como Buenos Aires, Cusco, Florianópolis, Lima, Lisboa, Montevideo, Oporto, Oxford, Quito, Río de Janeiro y Santiago de Chile.

Desde 2008 hasta la actualidad, con NoGracias, grupo multiprofesional que defiende la integridad, la profesionalidad, la independencia, la participación y la equidad en las ciencias de la salud, presidido primero por Carlos Ponte, luego por Abel Novoa y en la actualidad por Roberto Sánchez Sánchez.

Desde 2009 hasta 2013, con El Mirador, en Acta Sanitaria/Espacio Sanitario, sección semanal fija sobre clínica y política sanitaria.

Desde 2017 hasta la actualidad, con Health News Review, grupo de expertos independientes para asesorar gratuitamente a periodistas sobre cuestiones sanitarias y de salud.

Desde 2021 hasta la actualidad, con el International Advisory Board de Re-Check, organización suiza que promueve el periodismo de investigación en el campo de la salud.

Siempre con el altavoz que ofrecen las páginas web de Rafa Bravo (Primum non nocere), Juan Simó (Salud, dinero y atención primaria) y Javier Segura (Salud pública y otras dudas).

También con el “colegio invisible” que coordina Mark Wilson (Canadá) y engloba a más de 150 heterodoxos del ambiente científico sanitario del mundo entero, como Vinay Prasad, Marcia Angell, Tom Jefferson, Barbara Mintzes, Iona Heath, Maryanne Demasi, Jacob Stegenga, Lars Jørgensen, Ma. Gagnon, Peter Doshi, Peter Mansfield, Allyson Pollock, Catherine Riva, Serena Tinari, Carl Heneghan, Jeanne Lenzer, John H. Noble Jr, Alan Cassels, Nancy Oliveri, Peter C. Gøtzsche, Rokuro Hama, Amar Jenasi, etc.


Errores, si los hubiere, propios. Aciertos, si los hubiere, compartidos
Por supuesto, toda esta convivencia con gigantes no ha sido constante, ni permanente, pero ha tenido influencia extrema. De mis errores, estos gigantes no son en nada responsables (me valgo solo, de sobra), pero de mis aciertos son en mucho inspiradores.



Síntesis
Escribo pensando en ti, “pequeña persona”, “pequeño profesional”, pensando en todos los que creen que “lo pequeño es hermoso” y que están dispuestos a no ser nunca domados pero que a veces se cansan y dudan del papel que “nos ha tocado”, de ser “perdedores de largo recorrido, incombustibles e indomables”.

Que sepas que:

Vale la pena vivir ensanchando y ahondando los límites de “lo correcto” hasta reventarlos.

Vale la pena la vida científica y profesional honrada, aunque muchas veces quepa la duda razonable de si “compensa” estar casi constantemente fuera del rebaño, perdiendo batalla tras batalla, siendo consciente del papel de Casandra que nos toca desempeñar (advertir de errores sin ser escuchado).

Vale la pena ser perdedores de largo recorrido, ese encontrar dignidad en la derrota. Perdedores, sí, pero sin cejar. La derrota no vuelve injusta una causa, al contrario, debería enardecernos para continuar por aquello de “estamos en derrota, que no en doma”.

Vale la pena tener por lema las palabras de Pier Paolo Pasolini: «Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En… que se puede fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados».

Vale la pena no cejar y publicar con libertad, tú también puedes llegar a estar entre el 2% más citado de 8 millones de científicos de todas las áreas, de todo el mundo, de todas las universidades, el 2% más influyente, el 2% con “más impacto”. Tú también puedes llegar a estar entre la élite científica mundial “más citada”.



Para saber más:
  • "For the public good, not for careers" - Iain Chalmers and Doug Altman on research waste. (aquí)
  • Paul Glasziou and Iain Chalmers: Is 85% of health research really “wasted”? (aquí)
  • Quienes somos FOESSA (aquí)
  • Perdedores de largo recorrido. Incombustibles e indomables (aquí)




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Autor:

Juan Gérvas Doctor en Medicina. Médico General jubilado. Ex-profesor de Salud Pública. Equipo CESCA (Madrid, España).
jjgervas@gmail.com www.equipocesca.org https://t.me/gervassalud





NOTA DEL EDITOR DEL BLOG
Juan Gérvas aparece en la edición 2022 del Ranking of the World Scientists: World's Top 2% Scientists. Este ranking lo publica la Universidad de Stanford (EE.UU.) a partir de datos proporcionados por la editorial científica Elsevier a través del laboratorio de cienciometría SciTech Strategies Inc. El ranking lista al 2% de los investigadores más citados en publicaciones científicas pertenecientes a diversas disciplinas del conocimiento: más de 200.000 mil personas (entre los más de ocho millones de profesionales de la ciencia considerados en activo en el mundo) que se reparten entre 22 campos científicos y 176 subcampos. El ranking de la Universidad de Stanford se basa en la información recogida en la base de datos Scopus y tiene en cuenta diferentes parámetros, con mayor peso para el impacto (número de citas) que en la productividad (número de publicaciones). También tiene en cuenta información sobre coautoría y las posiciones de los autores (único, primer y último autor). Además, para evitar sesgos, la clasificación permite comparar las métricas de cada persona, eliminando las veces que se han citado a sí mismos (auto citaciones).

En esta web de Elsevier (aquí) se puede acceder a este ranking. Incluye dos listados: un que tiene en cuenta el impacto en el global de la carrera investigadora y otra que se centra en el año 2021. Juan Gérvas aparece en el primero, un excel descargable titulado "Table_1_Authors_career_2021_pubs_since_1788_wopp_extracted_202209.xlsx"





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