Hace pocas semanas vimos como las desigualdades en gasto sanitario público por persona protegida entre las Comunidades Autónomas habían aumentando durante la crisis. Hoy, para celebrar los cuatro años de vida de este blog, veremos si también la crisis se puede asociar a un aumento de las diferencias en el gasto sanitario público per cápita entre los países europeos de la OCDE.
En una entrada anterior se destacó la promesa del Lehendakari Urkullu de invertir 1.572 € en sanidad por habitante en 2016 en el País Vasco. Una cantidad, según el propio Urkullu, "muy por encima de la media estatal". Según datos oficiales, el País Vasco ha sido la Comunidad Autónoma que más ha gastado en sanidad pública por persona durante el periodo 1999-2013. Con anuncios como este del Lehendakari de seguir gastando en sanidad pública por persona en 2016 "muy por encima de la media estatal" da la impresión de que nos adentramos en una especie de puja o subasta competitiva, una especie de carrera, por alcanzar un mayor gasto sin que eso signifique necesariamente mejorar el nivel de salud de la población. Las desigualdades regionales en el gasto sanitario por persona protegida son necesarias cuando responden a diferencias en la necesidad sanitaria, injustificables cuando responden más a una sobreoferta ligada a una sanidad pública gratificante pero quizás iatrogénica, e inevitables, notables, perpetuas y preocupantes cuando no se hace prácticamente nada para averiguar si bien son necesarias o bien son injustificables.
España
muestra una inequidad pro-ricos en la utilización del médico especialista y una
inequidad pro-pobres en la utilización del médico general. En el fondo, todo gira alrededor de una “dualización sanitaria” responsable de que las clases medias-altas hayan
tenido y tengan un mejor (más “libre”, menos “obstaculizado”) acceso al médico
especialista, incluso cuando la consulta a éste se financiaba
públicamente. Esta "dualización" se sitúa en el genoma del
SNS y produce el “descremado sociológico de la atención primaria”. Lo
novedoso es que la dualización sanitaria y el descremado sociológico de la
atención primaria ocurren ya también (o han ocurrido siempre y no lo sabíamos)
entre los mayores de 65 años.