Cada día en el trabajo médico se puede hacer un inmenso bien,
en esos encuentros con quien sufre, incluso en las condiciones infernales de
esta Medicina que se enseña y se practica de torres de arrogancia con cimientos
de ignorancia, con ese autoritarismo médico que llega a síndrome de hubris (la
desmesura orgullosa, la soberbia de quien ostenta un poder y cree saber todo).
En la práctica clínica hay que trabajar con el espíritu
opuesto, el de la prudencia de la frónesis, ese sereno saber práctico que
procede sobre todo del auto-conocimiento (recuerda que el deterioro
institucional estructural no es excusa para la pérdida del profesionalismo).