sábado, 3 de junio de 2023

Escribo desde la incógnita, por Roberto Colino

El colectivo de médicos que reciben pagos por los laboratorios farmacéuticos es un nicho ecológico perfecto para que un subgrupo de élite, que recibe pagos muchísimo más abultados que el promedio, se camufle dentro del mismo. En este colectivo de médicos, entre una mayoría de miles de insignificantes, se camuflan cientos de KOL (Key Opinion Leaders), aquellos médicos influyentes que reciben pagos generosísimos de los laboratorios por asesoramiento y trabajos varios. Lo llamativo es que, cuando vienen mal dadas, en vez de dejarles en evidencia con sus conflictos de intereses (aquí), son precisamente los insignificantes quienes tapan las vergüenzas de los influyentes KOL como vimos en esta entrada (aquí). Con la autorización de Roberto Colino, reproduzco este artículo suyo publicado en un reciente número de la Revista de la Asociación Acceso Justo al Medicamento (aquí). 



Escribo desde la incógnita, por Roberto Colino


Soy médico rural jubilado tras 39 años de trabajo, siempre en pueblos. He sido alumno hasta el final y escribo desde la incógnita. No pretendo ser maestro ni decir a nadie lo que hay que hacer. Si alguien tiene dudas sobre el encabezamiento, a estas alturas, es porque no le preocupa el tema o no quiere aclararlo; la información está a nuestro alcance.

En países de nuestro entorno como Alemania (IQWiG), Francia (Prescrire) o Inglaterra (NICE), existen instituciones sanitarias independientes que evalúan científicamente los medicamentos en el mercado de forma periódica. Separan el grano de la paja y aconsejan a gobiernos y ciudadanos qué fármacos se deberían evitar o desfinanciar. Una evaluación sistemática de medicamentos contra el cáncer aprobados por la Agencia Europea del Medicamento entre 2009 y 2013 mostró que la mayoría de ellos no aportaban pruebas suficientes de que mejorasen de forma significativa la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes.

La mayoría de los estudios que han evaluado el papel de los nuevos fármacos, lanzados al mercado desde los años 70, estiman que solo el 15% de ellos suponen una verdadera innovación en medicina.En España la propia AEMPS y las agencias de evaluación tecnológica de ciertas comunidades autónomas sí que realizan periódicamente estudios de revisión que analizan la costo-efectividad de los medicamentos y las decisiones terapéuticas basadas en la mejor evidencia científica disponible. Sin embargo, las recomendaciones de estos organismos son, a menudo, ignoradas por quienes deciden la financiación de los medicamentos.

Hace años le dije a un visitador médico que no entendía por qué la gerencia no les dejaba dar cursos de formación a los médicos, ya que la gerencia no lo hacía. Estábamos en un centro de salud junto a la gerencia, y el hombre estaba algo intimidado por la cercanía de “los jefes”. Eso fue hace unos 30 años; asistíamos a cursos en nuestro tiempo no laboral, con un esfuerzo económico y de tiempo. Por entonces estuve dando y recibiendo talleres y congresos con los laboratorios, hasta que me empezó a llegar información independiente y boletines terapéuticos, que mostraban contradicciones claras con los mensajes de la industria.

Tarda uno en verlo, pero cuando se cambia la perspectiva y se ve lo que otros muchos ven a nuestro lado (administrativos, enfermeros, compañeros…, hasta los propios visitadores cuentan auténticos escándalos de regalos y viajes), le da a uno vergüenza y cambia rápidamente. Ya conocemos los estudios que dicen que a nosotros no nos influyen los mensajes de los laboratorios, pero que la mayoría de compañeros si están “vendidos” a la industria. Algo paradójico y ridículo porque en muchos casos se vende uno por nada, por una comida o un café. ¡Qué absurdo! me diréis, ¿cómo se va a vender uno por una comida?. ¿No conocéis los estudios que demuestran que la industria obtiene 5€ por cada uno que invierte en comidas?.

Pues no, no se ve, no se oye, que “no hay mayor sordo que el que no quiere oír”. Y tampoco pretendo hacerme oír; estos compañeros ni acceden a esa información ni van a leer estas palabras. Que la información es perfectamente accesible, incluso para un médico rural alejado de la ciudad, como es mi caso. Yo creo que no habría que dar un título sin que los profesionales conociesen esa información independiente. El libro de Peter Gotzsche “Medicamentos que matan y crimen organizado” fue el mejor libro médico en 2015, según los médicos británicos, pero pocos lo habrán leído.

No, no sirve dar datos a quien no le interesa; y esa es mi duda: ¿vale la pena?, ¿”venderse por menos de nada”? Bueno, no digo que yo no lo volviera a hacer si mis hijos estuvieran comiendo pan duro pero, si no es así, la honestidad profesional es algo mucho más importante. Al menos para mí.

“La mujer del Cesar no solo tiene que ser honesta, también tiene que parecerlo”. No comprendo por qué los compañeros mantienen esos vínculos con la industria, por qué siguen formándose de su mano. No comprendo por qué escuchamos a los expertos que tienen esos conflictos de intereses; no comprendo a esos expertos, con esos conflictos de intereses, que se atreven a orientarnos sobre nuestra actuación profesional.

Mientras no se les exija a los nuevos medicamentos una mayor eficacia o seguridad, ventajas en el tratamiento de los pacientes o un mejor precio que los equivalentes en el mercado, no existirá un incentivo potente para la verdadera innovación farmacéutica. Sale mucho más rentable y seguro invertir en promoción de medicamentos me-too, y eso es lo que hacen, dejando de producir medicamentos esenciales, cuando conviene, antiguos y poco rentables, creando desabastecimiento para consumir los modernos y más caros. No soy capaz de comprender cómo estamos consintiendo esto como sociedad, como actuación de los gestores y, sobre todo, como profesionales sanitarios que tenemos una visión y una responsabilidad directa sobre el tema.


AUTOR: Roberto Colino Martínez
Médico rural jubilado.


Conflicto de intereses e invención y exageración de enfermedades 





8 comentarios:

  1. Carlos Coscollar3 de junio de 2023, 8:45

    Gracias Roberto por tu entrada.
    Algunos pueden pensar que es esquemática, que no puede generalizarse, que la industria es imprescindible, que ha habido grandes avances debido a la investigación aun considerando todas estas limitaciones, que hay que evitar el populismo de la denuncia a la industria, etc. Sin entrar en los matices, que seguro que los hay, la contundencia de tu mensaje, y la denuncia que encierra, es inapelable. Y el ejercicio de franqueza de reconocer que tú también has vivido ese tránsito (que hemos vivido muchos) desde la "ingenua ignorancia" (a mí no me influye) a tomar conciencia, dan más valor a la denuncia.
    La relación comercial del profesional con la industria es absolutamente inaceptable. Es una pena que la ruptura de esos hábitos no sea la norma y se siguan aceptando ciertos pagos con absoluta normalidad, con escasos remilgos y con justificaciones inaceptables. Gracias. Un abrazo.

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    1. Gracias a ti, Carlos, y a todas las personas de vuestro C.S. S. Pablo en Zaragoza, que sois un ejemplo de buen hacer y nos motiváis para intentar actuar correctamente a los que estamos desperdigados entre tanto proceder y protocolo absurdo; el covid, las mascarillas, las vacunas, las residencias... creo que no podría aplicar la medicina que aprendí; ¡menos mal que me jubilé!. Pero quiero dar ánimos a los compañeros que saben seguir; mi gratitud y admiración, de verdad; no hagáis caso de esta "asquerosis múltiple" ni de la ningún otro; es muy contagiosa. No hay dinero que pague la tranquilidad de conciencia al jubilarse

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  2. Gracias, Dr. Colino, por sus confesiones desde la incógnita. Quizás entre todos podamos ir despejándola.

    El problema quizás sea pensar que solo “venderse por menos de nada” haría que los hijos de uno dejasen de comer pan duro. Y no conseguir que el trabajo honrado de uno sea justamente remunerado, sin compra-ventas extemporáneas. Pan del día y, quizás, unas papas arrugás.

    El problema quizás sea haber, sí, interiorizado que uno tiene que dedicar su tiempo personal, fuera de jornada laboral, para su actualización formativa. Seguir tragando que tenemos “derecho” a las 50 horas anuales asignadas para formación solo cuando el curso, etc., coincide con nuestro turno de trabajo. Y si no, ala, a desconciliar.

    El problema, mejor parte del problema, quizás sea mantener con nuestra membrecía sociedades y agrupaciones profesionales y corporativas varias, financiadas en todo y en parte por la industria. Farma y no farma, que de todo hay en la viña. Congresos, reuniones, seminarios y demás excusas financiadas que mantienen engrasada la maquinaria, sin contenido real aprovechable para el bien del paciente.

    El problema, parte del mismo, quizás sea que cuando “expertos” en no se sabe qué, a sueldo del Comercio o fanáticos por libre del no-sin-evidencia atacan la libertad de conciencia y de prescripción del médico y la autonomía del paciente cuando ambos disienten del relato comercial, entonces, digo, la inmensa mayoría de la profesión mira para otro lado. El ataque masivo e indiscriminado contra, por ejemplo, el llamado ejercicio médico complementario no convencional y, más recientemente, contra la crítica fundamentada, “negacionista” del relato vacunal Covid prevalente, son los dos últimos episodios de una serie que ya anuncia nueva temporada.

    Nos dan por todas partes y todavía pedimos más, al punto, como he dicho en otra entrada, que ya no sabemos si nos han vapuleado demasiado o no lo suficiente.

    ¿Apelamos a la necesaria autocrítica por acciones y omisiones actuales, y a la consiguiente acción conjunta y sostenida para mejorar nuestro servicio al paciente?

    ¿O esperamos a jubilarnos todos pa darnos cuén?

    Pues eso.

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    1. No quisiera dar una imagen de prepotencia diciendo cómo tienen que actuar los compañeros. Ellos sabrán. Solo digo que no les entiendo ni de lejos, y eso que estoy pegado a ellos.
      Fui consciente de los manejos de la industria hace mucho. Quizás aguanté algún año, pero cuando expulsaron al Dr. Gervas de Semergen-Biblio por presiones de la industria contra su independencia, a la vista de todos, no pude aguantar más; de eso hará unos 20 años. No entiendo cómo los demás aguantan, de verdad; se respira mucho mejor lejos de la industria.

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  3. En el franquismo la Atención Primaria (médicos de 2 horas) era una expendeduría de medicamentos. La enfermera-secretaria salía a la puerta de la consulta y gritaba “¡CARTOONEESS!”. El público que esperaba se abalanzaba sobre ella esgrimiendo un puñado de cartoncitos, compuesto de recortes de los envases de los medicamentos. Aunque no la forma, la esencia de la cosa es hoy en día la misma. Los “médicos-críticos” deberían abandonar su indignación moral, como si no supiesen que la sanidad es una industria como cualquier otra. No sé de colectivos de trabajadores de Nestlé que mantengan blogs para defender su dignidad a base de denunciar, por ejemplo, que el agua embotellada que producen es en un 40% agua del grifo o está contaminada (ver documental “Dark Waters”). El público está informado y sabe que, allá donde mire, todo está igual. También sabe que, ante su impotencia, es mejor ignorar lo que ve o engañarse a sí mismo, porque no tiene alternativas reales y no se puede vivir en alerta permanente.

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    1. La industria sanitaria tiene derecho a ser industria,como cualquier otra, pero los que la usamos para curar,y los pacientes que la consumen,tienen derecho también como consumidores. Igual que nos indignamos contra las macrogranjas de cerdos, contra alimentos que dan la vuelta al mundo para ser consumidos, contra la informática de usar y tirar,contra la obsolescencia programada, contra el acumuló de basura y su traslado al tercer mundo,exigimos también protección tanto al médico que recibe información de esas industrias,como al paciente que confía en aquella pastilla que se le ha recetado. No es de recibo exigir las calorías de cada alimento,el origen de esa carne que comemos, saber si se han explotado niños al hacer unas camisetas,y luego nos traguemos una pastilla diciendo amén, hay que exigir ética en toda,toda la industria. Y los médicos somos en gran medida responsables, igual que un supermercado se preocupa por si le montan una campaña contra el maltrato animal. En uk no puede consumirse ternera,sólo vaca adulta, les parece horrible sacrificar terneros, igualmente no puedes comprar foie gras del original,rechazaron hace tiempo el maltrato a los gansos. Todo es mejorable,pero la ética debe tenerse en cuenta en todo. No vale decir es una industria,miente como todas,hay que exigir como entidad,honradez, ética y verdad

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  4. Yo empecé a trabajar como médico en el año 1994, yendo a pueblos alejados,con la mochila cargada del vademécum,el Harrison,el Martín zurro, el 12 de octubre, mucho miedo,muchas dudas. Cuando me llegaba un representante,y me ofrecía información,un libro,un folleto,un curso,lo agradecía como agua de mayo,asistía a sus comidas, los seguía con interés lo que me decían,era lo único que había. Años después,de residente, empecé a tener cursos oficiales en Sevilla,en el hospital. Desde el 2000 sigo montones de blogs médicos, Twitter, amf, voy sólo a ciertos congresos muy escogidos.Ahora desde la misma consulta accedo on line al medimecum, a la nueva guía de actuación de la semfyc,a amf,a páginas y páginas que me ayudan a aclarar muchas dudas a mis pacientes. En casa,en un momento,hago cursos del servicio andaluz de salud, y de la semfyc, unos muy buenos,otros regulares. Me parece incomprensible,desde hace años, que sigamos tragando y tragando la publicidad en forma de formación que nos traen los representantes. Ahora no tenemos excusa, los recibo y trato, son trabajadores,pero lo hago igual que si fuera el de Danone o coca cola que reciben en un supermercado,un momentito y punto, y de buenas maneras rechazo sus comidas,encuentros y demás zarandajas, además que las cenas fuertes ya me sientan fatal .

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    1. @J.Sánchez – Tienes toda la razón: muchos hacemos como tu. Solo una vez me dejé “corromper” por el visitador por un curso online para el que no tenía alternativa y por alguna cena de servicio “subvencionada”. Te escribo con un portatil de segunda mano que tiene más de 10 años, pero, a modo de ejemplo, sé que no hace falta el programa Pegasus para que te espíen; lo hacen los propios componentes del móvil y luego los BigData se negocian en el mercado:
      «Al observar el enlace que Qualcomm nos envió, la política de privacidad ‘ XTRA Service ’ establece: ‘A través de estas aplicaciones de software, podemos recopilar datos de ubicación, identificadores únicos (como un número de serie del chipset o ID de suscriptor internacional), datos sobre el aplicaciones instaladas y / o ejecutándose en el dispositivo, datos de ... También podemos obtener datos personales de fuentes de terceros, como corredores de datos, redes sociales, otros socios o fuentes públicas’ ».
      Es decir, no me indigno, me entretengo en poner algunas barreras a la intrusión, pero sé que la privacidad ha desaparecido y razono a partir de ese conocimiento. Con el mismo cinismo analizo la Sanidad y la práctica asistencial.

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