sábado, 27 de noviembre de 2021

La burbuja, por Federico Relimpio

 

Me acabo de meter en mi burbuja particular, y me acaba de asaltar una idea: ya está bien de pensamientos negativos acerca de la profesión médica. De quejidos y lamentos. Así, no vamos a conseguir nada. Nunca. Por tanto, acabo de resolver que es ya hora de ponernos en valor y reivindicar lo que somos, lo que hacemos. Lo muchísimo que aportamos. Sin esto, nuestra autoestima estará siempre a la altura del felpudo. Donde nos quieren, vaya.


Hemos consentido que nuestra profesión se reduzca a un proceso algorítmico. Un árbol de toma de decisiones, al modo de un mapa de carreteras, donde un sistema de señales de tráfico controlan el “dirección prohibida” o el “gire usted a la derecha”. Desde ese punto de vista, la profesión cuyo proceso formativo es el más prolongado de las existentes queda reducida a un ejercicio reduccionista, simple. Una profesión “técnica”, por así decirlo, cuya práctica no ofrece dudas.

Desde el punto de vista de la gestión, el facultativo — la palabra “médico” se viene evitando — se equipara al enfermero — que es una profesión diferente —, de modo que los de arriba pueden marginar la calidad médico-científica — se da por hecha — y pueden evaluarnos según los indicadores de otra “calidad”, más manejable y conveniente. Así, priman objetivos de “sostenibilidad” (hace poco he escrito sobre el asunto, CLICK AQUÍ) y de “hostelería”, como si se sonríe o no al usuario — palabro espantoso —, el tiempo que se tarda desde la recepción a la entrada en consulta, o si se le mira a los ojos o no. Lo “técnico” se asume. Al fin y al cabo, es fácil, ¿no…?

Pues no, no lo es. No lo fue nunca. Y mucho menos, con la puta agenda que impone la gestión (pido disculpas por el taco, explicación: CLICK AQUÍ), bajo la premisa de que realizamos un trabajo “técnico”, a desarrollar bajo un esquema “algorítmico”, que ellos modifican a conveniencia de la “sostenibilidad”, entendida a su manera.

En realidad, no se trata de un “técnico”, sino un/a médico/a, que tiene delante a un/a paciente, no a un usuario. Una persona enferma, vaya. Una persona con la que, con mucha frecuencia, los algoritmos al uso presentan serias limitaciones, si no son abiertamente contraproducentes. Porque hay que combinar el de hipertensión con el de diabetes, y estos dos con el de depresión. Si una función renal alterada no los limita a todos. O si se trata de un cumplimiento deficiente porque el/la paciente no comprende nada de lo que le decimos. Y eso que le decimos poco; ya se encarga el corsé de la puta agenda. Demora cero obliga, oiga.

Se trata, pues, de un contacto humano en asimetría de conocimiento. Nosotros aportamos más conocimiento en algunas cosas, pero el paciente tiene todo el conocimiento acerca de su vida y de los elementos capaces de generar enfermedad — y, por tanto, de ayudar a resolverla o mejorarla —. El algoritmo solo es una herramienta, aplicable a veces. Y el contacto médico-enfermo tiene muchas facetas: comprensión fisiopatológica, diagnóstica — a veces —, terapéutica, psicológica, antropológica y un larguísimo etcétera de aspectos que escapan del contenido de este artículo. Lo de “técnico” y “algorítmico” es peor que una falta de respeto: es un no saber de qué coño están hablando — y, de nuevo, perdón por el taco —.

En el momento de la consulta, el cerebro del médico/a tiene que entrar en una sintonía especial con el de su paciente. Una especial atención, similar al proceso de transferencia-contratransferencia. Una “burbuja terapéutica”, capaz de facilitar que la comunicación no verbal pueda desarrollarse y apoyar lo que las palabras no pueden decir. Huelga subrayar que, en este proceso, las interrupciones debidas a los móviles — del paciente, familiar o del mismo facultativo —, llamadas telefónicas, ruidos externos o irrupciones del personal auxiliar para comunicar esto o lo otro, son disfuncionales o contraproducentes.

Esto es de especial aplicación en Atención Primaria, donde confluye todo lo emitido por otros especialistas. El compañero tiene que trazar un plan común con lo establecido por el psiquiatra, el endocrino, el cardiólogo, etc., y terminar de director de orquesta. A veces, es preciso llamar para aclararse con este o con el otro. Y acordar si es preferible adelantar una cita o no. O un control analítico. O una modificación del tratamiento. E insertarlo todo en el contexto de un paciente que él/ella conoce mejor que nadie, en un barrio que él/ella conoce mejor que nadie.

¿Que todo esto es obvio…? ¿Por qué no asumimos del mismo modo la obviedad de que una puta agenda de 40 a 70 usuarios al día convierte cualquier declaración de intenciones buenista en pura hipocresía?

La “burbuja” de interacción sanadora debe penetrar en el inconsciente colectivo de la gestión clínica, cuestionando los lugares comunes de lo algorítmico y lo técnico. Los cargos directivos e intermedios tienen, obligadamente, que adoptar el paradigma de la complejidad y el respeto, y erradicar el cinismo, la desconfianza y la intimidación. Ello exigirá la renovación de los cargos instalados en los viejos — pero aún vigentes — esquemas de funcionamiento, qué duda cabe. Con ello — y con otros presupuestos — podrá sacársele todo el partido a esos magníficos soldados sanitarios que van todos los días a su trabajo a dar lo mejor de sí mismos, y transformar los centros sanitarios de lugares temidos/aborrecidos en espacio de ilusión. Trabajo para una generación, qué duda cabe.

 

Firmado: Federico Relimpio, médico y escritor.

Twitter: https://twitter.com/frelimpio

Web: http://ow.ly/4ddg50Gh9Zi

 

             

           

6 comentarios:

  1. Federico,
    Es la primera vez que hasta los tacos que apostillan tu texto son una joya!!
    Precioso, valiente y preciso mapa, bien cartografiado de lo que esta pasando y del futuro inmediato (que ya casi es presente)
    Quisiera añadir, con tu permiso, alguna premisa mas. Tambien con mis tacos, exclamaciones ostentosas, esta vez en honor del Capitán Haddock
    1-Los algoritmos mejorarán pero seguirán siendo algoritmos. Cafres!
    2-Nos sustituirán con toda seguridad: más baratos, rápidos y sin bajas laborales. Rayos y Centellas!
    3-Leer a Manuel Comesaña, en entrada reciente, a partir de su precioso cuento corto sobre las "botas del médico rural" y su comentario posterior (en la lista ya decrépita de MedFam. Lo que tu mencionas como algoritmos el lo orienta a "técnicos"(y, ojo!! que pueden ser muy buenos. Pero, médicos, no en absoluto. Coño! (este es mio)
    4-Descubrir qué aportamos y qué nos diferencie de los algoritmos es fundamental para la supervivencia (que es el eslabón débil y delicado a la vivencia y al siguiente, disfrutar con el trabajo. Mamelucos!
    5-Los algoritmos, dejados a su libre (sic)funcionamiento, primero debilitan y luego, eliminan la capacidad de pensamiento. Nos parasitan sin beneficio mutuo. Hay antídotos pero, recuperando aquella aportación de Burrhus Frederic Skinner, uno de los padres del conductismo y según él, la mas importante, la inmediatez del refuerzo, esos antídotos tienen menos efectividad que las vacunas COVID. Es casi imposible defenderse de la inmediatez. Bellacos!
    6-Deep Blue fue una supercomputadora diseñada por IBM para enfrentarse a Kasparov. Todos sabemos que no era médico de cabecera, familia, general...pero, le ganó. Es podría ser el futuro. Agorero? No! Preocupado? Muuuuucho! Mil millones de naufragios!
    7-Complejidad, nada lo es mas que la relación médico-paciente, su buen o razonable manejo, es lo que nos hace diferentes. Imprescindibles. Ese es nuestro principal valor. Carcamal!
    8-Agradecerte, Federico, tu estímulo para este breve texto que no sería sin el tuyo. Bergante!
    Muchas gracias!

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  2. Perdón!! He olvidado mis conflictos de interés!!
    Soy admirador de Tintín, Haddock, Tornasol, H y F y Milú. Tengo toda la colección.
    Y un enlace a los insultos del Capitán Haddock, https://tintin.fandom.com/es/wiki/Insultos_del_capit%C3%A1n_Archibaldo_Haddock

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  3. Estimado Federico, has descrito maravillosamente lo que es una consulta de AP. Los algoritmos es simplemente una guía y una herramienta más , pero en ningún caso sustituye al juicio clínico.
    El problema radica que trabajamos para una empresa donde los objetivos son economicista , una empresa que es un monopolio, una empresa que usan para fines propagandísticos políticos
    Ellos no saben lo que es una consulta de AP , porque no la usan
    Por tanto he ahí donde radica todos nuestros problemas
    Lo que nos salva es que el acto médico es independiente de todo eso
    Cómo podemos librarnos de esas agendas interminables ?
    Pues o nos rebelamos y negociamos o seguimos como estamos

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  4. Muchas gracias por el artículo. Tienes toda la razón. Pero los de arriba y los mediocres no paran de insistir en esos dichosos protocolos q nos igualan a todos por abajo y hacen q precisamente en lugar q nuestro trabajo sea un arte, sea como en de un mecánico.

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  5. El 12 del 12 a las 12 del mediodía de un domingo de diciembre es un buen día para decir BASTA YA ¡¡¡
    SALVEMOS A LA PRIMARIA . DEFENDAMOS LA SANIDAD PUBLICA...En Madrid o en tu Comunidad es el lugar idóneo para rebelarte y decir hasta aquí hemos llegado...Seguimos negociando un buen presupuesto para la APyC ¡¡¡
    Si quieres a la PRIMARIA ... DISELO EN EL PRESUPUESTO ¡¡¡ En la calle y en el Parlamento ¡¡¡

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