domingo, 25 de enero de 2015

Antes de que empiece a ser demasiado tarde

En una entrada previa se hablaba de la necesidad de que se empiece a promover la innovación "desde abajo" en atención primaria. Es una necesidad urgente pues cada día que pasa sin que ello ocurra es más probable que tal posibilidad no tenga cabida por llegar ya demasiado tarde. Dos factores contribuyen a ello: la atrofia del pensamiento autónomo por desuso y la aparente seguridad que ofrece el permanente acomodamiento en la zona de confort.

 
 
La no función... atrofia al órgano
Tres décadas después, nuestro modelo de atención primaria ha pasado su infancia, su adolescencia y llegado a su madurez. Si se tratara de un médico, a esa edad estaría ejerciendo sus primeros años de especialidad con el máximo potencial de ilusión y de capacitación clínica para enfrentar todo el recorrido profesional que le queda por delante. Sin embargo, pese a la inmensa y evidente mejoría global ocurrida durante los primeros años, actualmente nuestro modelo de atención primaria padece progeria. Con casi 31 años de vida, está agotado, se mueve torpemente, en un estado todavía vigil pero prácticamente arreactivo, con escaso músculo para influir en el sistema por la progresiva atrofia del empoderamiento de sus profesionales y del propio modelo como tal. La sarcopenia es también intelectual en el debate, plagado de prejuicios neurotóxicos paralizantes por mucho que en algunas ideas básicas muchos coincidamos. Superar todo esto pasa ineludiblemente por empoderar a los médicos de familia y con ello al modelo. Y esto sólo se conseguirá permitiendo y promoviendo la diversidad innovadora "desde abajo", en especial, la autonomía organizativa, antes de que la situación sea irreversible. Si los médicos de familia en España llevan más de 30 años sin poder auto-organizarse, llegará un día (ya no muy lejano) en el que aunque se les permita (o, incluso, se les facilite) no sabrán hacerlo. Es lo que se llama la ATROFIA DEL PENSAMIENTO AUTÓNOMO.






Una comodidad que reprime el gen profesional
Muchos médicos de familia se encuentran acomodados en zonas de confort de diferente tamaño. Allí se sienten cómodos y seguros por moverse en un entorno que dominan, resulte agradable o no. Se trata de una zona delimitada por el miedo y en la que uno se encuentra en un estado aparente de comodidad que le lleva a la muerte profesional en vida pues la zona de confort cada vez es menos agradable. Ser zombi profesional es un estado próximo a la cataplejia que ofrece una justificación perfecta para no hacer, no crecer, no arriesgarse, no vivir y... sobre todo, para poder quejarse. Sólo superando el miedo puede uno pasar a la zona de acción-aprendizaje, aquella que te hace contactar con la realidad y enfrentar sus desafíos. Salir de la zona de confort y pasar a la de aprendizaje supone aceptar, entre otros, el riesgo de que las cosas no sean tal y como uno piensa que son. Desde luego, arriesgarse y pasar a la acción no garantiza el éxito... no tendría mérito alguno si así fuera.






 
 
 

Salir de la zona de confort






(descargable)


 
 
Pero ¡ojo!... no nos equivoquemos... 
(video rodado en París, muchos meses antes de los recientes atentados)
 
 
 
 
Y puesto que somos médicos y pacientes...
 
 

2 comentarios:

  1. ¿Cómo que sarcopenia cerebral, progeria o atrofia del pensamiento autónomo, si hoy me han necesitado 40 pacientes, que han asistido voluntariamente a mi consulta, a los que he resuelto, con tratamientos superfluos un montón de banalidades?. No, yo soy importante. Soy importante porque de mí depende el que no se desmorone el tinglao. Si yo dejo de escribir en la historia, que ya no es mía, tampoco del paciente, porque es de nadie, se cae el tinglao. No, yo soy importante. Soy tan importante que se ha legislado para que yo no pueda no escribir en una Historia que ya no es una Historia, es decir un relato clínico, sino un acúmulo de datos, y si lo intentara se me sancione, solo a mí. No, yo soy importante. Lo soy porque aunque tenga 1000 pacientes o menos, sobre todo si soy pediatra, tengo y tendré la consulta llena. Sí, es tan importante lo que hago que ya no se me permite que gestione mi agenda, por eso soy tan importante. No, yo soy importante, y es tan importante lo que hago que no puedo ya tener la custodia del secreto, el control de la hª clínica, o el control de mis datos. Ellos lo hace por mi bien. Es mucha responsabilidad. Yo lo reconozco.
    ¿Por qué voy a querer cambiarlo? ¿Dónde aparece esa necesidad? ¿Quién dice que estoy atrofiado con la consulta que tengo? Lo único que necesito, es simplemente un poco de grasa en la argolla de la cadena del cuello para que no se me irrite tanto la piel. ¿Tan difícil es de entender y de atender esta solicitud?
    Ya no es posible la solución 'desde abajo', porque no hay más ciego que el que no quiere ver.
    ART

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  2. El tiempo, aunque parece infinito, al menos para nuestra atención primaria, se acaba; dicho esto en la perspectiva de la irreversibilidad que impedirá recuperar la totalidad de lo perdido en este largo y profundo camino de deterioro. Ilustres y admirados colegas firman manifiestos, "líderes" políticos afirman defender nuestro magnifico sistema sanitario, sociedades y organizaciones generan análisis y documentos, mientras, la realidad se impone y el deterioro continua. La hora de la queja ha pasado. Necesitamos acciones pero no sabemos ponerlas en práctica, posiblemente tampoco podemos hacerlo. Para unos los profesionales se han (nos hemos) acostumbrado a la situación, para otros la culpa reside en esos falsos líderes que en realidad no lo son, unos terceros piensan que nos falta unión estratégica y operativa para diseñar cambios y aplicarlos, respectivamente... En fin, posiblemente todos tienen razón y razones pero esa realidad que ciertamente no nos gusta está afectando de forma cada vez más profunda y negativa a lo que más debe importarnos: la calidad y cantidad de vida de la ciudadanía, de los pacientes. Como se afirma en el dicho popular al rogar a alguien que haga algo a lo que se parece resistirse: "al menos hazlo por tu madre", representada en este caso por esa gente que aún confía en nosotros, que nos necesita...
    Amando Martín Zurro

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