miércoles, 7 de marzo de 2018

Una huelga feminista en una medicina pública feminizada

Leí las acertadas declaraciones del vicesecretario del Colegio de Médicos de Sevilla sobre la “escasez” de médicos publicadas el pasado día 20 de febrero en el Diario de Sevilla (aquí). También su lamentable propuesta aberrante a la formación vía MIR para los médicos de familia contenida en su tribuna del ABC de Sevilla (aquí) del mismo día y que parecía estar escrita por otra persona. Lo que sigue tiene que ver con esta lamentable propuesta del vicesecretario sevillano y la también lamentable precariedad laboral que los jóvenes médicos especialistas, en su mayoría mujeres, encuentran en la sanidad pública. Todo ello, en la víspera de una huelga "feminista".




La propuesta del vicesecretario sevillano muestra, como poco, escasa sensibilidad hacia sus representados y escasa comprensión de la situación laboral de muchos de ellos. Nadie en su sano juicio suprimiría hoy la necesidad del MIR para, por ejemplo, los oftalmólogos ante una escasez de los mismos. Una "escasez" que remotamente podría ocurrir pues, según los datos de la propia OMC (aquí), los oftalmólogos son la segunda especialidad tras la MFyC que más certificados de idoneidad solicitó en 2016 para emigrar al extranjero. Si lo que tenemos es un agujero en el depósito de combustible del coche por el que se pierde gasolina a chorro, es una estupidez no tapar el agujero y pedir que se construyan más gasolineras (más facultades, más homologaciones, más estudiantes, etc.) o se formen mediante vías express y ad hoc muchos "médicos de cabecera" o "médicos de los ojos" en poco tiempo. Esta propuesta de formar médicos “de cabecera” tipo fast food desprestigia, además, la relevante figura del médico de cabecera y denigra a los especialistas médicos de familia, especialmente a los sevillanos a quienes supuestamente también representa el vicesecretario. Estos jóvenes especialistas emigran de Sevilla, de Andalucía y de España porque ahora mismo son los que más temporo-precariedad laboral soportan. Lo dice el propio COMB que, lejos de plantear propuestas aberrantes, se preocupa desde hace años por estudiar la precariedad laboral de los médicos recién especializados (aquí). ¿Ha intentado el Colegio sevillano hacer algo parecido? En ocasiones como esta casi desearía uno la descolegiación masiva de los médicos de familia sevillanos. ¡Qué pena!

Es evidente que tenemos un grave problema de representatividad efectiva en la profesión. Estos jóvenes médicos recién especializados, en quienes prevalece la mayor temporo-precariedad de la sanidad pública, son mayoritariamente mujeres. Sin embargo, sus “representantes profesionales” son mayoritariamente varones. Nada como consultar la composición de la Junta Directiva (aquí) y de la Comisión de Deontología (aquí) del Colegio sevillano. Sólo dos de un total de 24 puestos están ocupados por mujeres. Por no hablar de la composición de la Junta de Gobierno de la OMC (aquí) y de su Comisión de Deontología (aquí). Un estudio sobre demografía médica en la sanidad pública mostró, con datos de 2009, que eran mujeres el 46,4% de los médicos del SNS (aquí). Hoy, casi una década después, este porcentaje se ha superado con creces con toda seguridad. En nuestra sanidad pública trabajan ya más mujeres médicos que varones pero el sector está dirigido por varones. (aquí). Lo son más del 80% de los jefes de servicio en la sanidad pública madrileña (aquí), algo perfectamente extrapolable al resto del SNS. La organización del trabajo en la sanidad pública corresponde a un diseño efectuado por varones hace muchas décadas, cuando la presencia femenina en la medicina y en la gestión públicas era minoritaria y cuando el padre marchaba a trabajar y la madre se quedaban en casa al cuidado de la prole. Por ejemplo, las guardias de 24 horas, puro veneno para la conciliación laboral y familiar, probablemente no existirían si el diseño le hubiera competido a las mujeres. Y también los reglamentos para la realización de los exámenes para opositar en sanidad serían distintos si los hubieran redactado las mujeres (aquí). La profesión se ha feminizado, pero la feminización no alcanza en su justa proporción, ni de lejos, a las jefaturas clínicas, ni a los cargos directivos ni a los de representación profesional.

Se propone para mañana una huelga de mujeres, una huelga “feminista” la llaman (aquí). Aunque coincidamos en las motivaciones básicas, sus activistas no nos convocan a los varones a esta huelga (aquí), pues si nosotros paráramos ya no sería una huelga “feminista” sino una huelga general (aquí). La temporo-precariedad laboral figura entre sus motivaciones básicas. La temporalidad en la sanidad pública en el año 2014 era del 28,6% (27,9% en varones y 28,9% en mujeres) y mayor que la existente en la sanidad privada (18,1%), que ya tiene mérito (aquí). Crece desde entonces la temporalidad, y en el tercer trimestre de 2017 sigue siendo mayor en la pública (35,5%) que en la privada (20,8%), pero en la pública, al contrario que ocurre en la privada, la temporalidad es claramente mayor en las mujeres (38,2%) que en los varones (27,4%) (aquí).

Me parece que mañana en esta huelga "feminista" se ratificará una variante de la “ley de cuidados inversos” aplicable al seguimiento de la misma. Quisiera equivocarme, pero me parece que las mujeres que mañana vayan a la huelga serán, con mucha probabilidad, aquellas que menos motivos tengan para la protesta. Las que más precariedad sufren, las que más motivos tienen, no la seguirán por temor a perder su precario empleo o el salario del día, precisamente por la misma precariedad que las atenaza, incluidas las del sector público. Varón o mujer, el temor, la vergüenza, la baja autoestima, la vulnerabilidad y la indefensión cercan y corroen cuerpo y alma de quien trabaja en precario (aquí). Pero en la actualidad, por una cuestión de edad y no de sexo, los médicos más precarios son mayoritariamente mujeres, sencillamente porque entre los recién especializados predominan las mujeres y más entre quienes estudian medicina. Patricia Escartín nos cuenta perfectamente bien (aquí) el cerco y la corrosión de cuerpo y alma que produce la precariedad laboral.

Quienes ocupan puestos de representación profesional, como el vicesecretario del Colegio sevillano, deberían ser más conscientes de todo esto y sensibles a esta situación y, por descontado, no proponer aberraciones denigrantes. Más les valdría a todos ellos preguntarse por qué ahora mismo una médica tiene que ocultarse tras un nombre ficticio y darle la espalda al fotógrafo cuando le cuenta su precaria vida laboral a un periodista (aquí). Todo lo contrario que hace esta otra médica que muestra su sonriente cara al fotógrafo y da su nombre y apellido al periodista cuando le cuenta su vida laboral en Suecia, de donde dice que no vuelve “ni loca” (aquí). Algo muy grave pasa cuando un médico se ve obligado a ocultar su identidad y su rostro al hablar de su precariedad laboral en un medio de comunicación. Esto es muchísimo peor que la inexistente “escasez” o “falta” de médicos. La falta de vergüenza y el exceso de cinismo de muchos representantes profesionales y políticos lo alientan. Y, para terminar, yo tengo muchas dudas de que esto lo resuelva una huelga “feminista”.



3 comentarios:

  1. Muy bien, muy de acuerdo. Las fotos debieran tener mas difusion y parpadear como fondo de pantalla en todos los dispositivos de los responsables de sanidad, pero seguro que son muchisimos los profesionales y politicos que estan encantados con la situacion actual.
    Cambiale la fecha de nacimiento a Martina

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  2. Probablemente la huelga de mujeres no solucione esos problemas pero es una buena oportunidad para hacerlos más visibles . Todo se andará si se persevera

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  3. Fantástica entrada. Comparto el análisis de precariedad, y añado que la encuesta de situación laboral de 2016 aclara que el exceso de precariedad femenina no se debe sólo a la juventud, hay algo más. Aunque tampoco comparto el plantemiento de la huelga de ayer, creo que sí que sirve, como se dice más arriba, para dar mayor visibilidad al tema. Lo que está claro es que hay que seguir peleando por esa igualdad, y por otras, cada uno desde su ámbito, y sin descalificaciones al contrario, de las que se han visto muchas en estos días. Habrá que cambiar incluso las estructuras y convicciones económicas para ello.

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